Alcoi, Valencia, Cabanes, Alicante, Nueva York
Fue algo desolador contemplar el mutilado desfile de los cristianos por la Quinta Avenida, poco antes de que en las calles de Valencia se cruzaran pacífica y no sé si "casualmente" nacionalistas y moros (incluyendo, según he leído, una escuadra de mujeres, qué cosas).
Las crónicas de nuestra prensa local han destacado que la filà cristiana "llenó de colorido" la parada neoyorquina y que "el desfile transcurrió sin incidentes". Pero nosotros, turistas accidentales en aquella nueva zona cero esquina calle 44, notábamos el hueco, y que algo "muy nuestro" se nos había arrebatado, como si a Mili le faltara Pili o a Zaplana Acebes.
Allí tratábamos de explicar a una familia de Colombia qué diablos significaban aquellos caballeros lanza en ristre y sin contrario a quien enfrentar. Y especulábamos sobre el misterioso veto a los sarracenos (¿Quién? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Políticamente incorrectos? ¿Demasiado caros? ¿Excesivamente lentos en su forma cachazuda de pavonear boato, aunque no mucho más que los defensores de la cruz? Quién sabe...). Transcurría la cabalgata a ese trote rápido tan norteamericano: pobres bailarinas con aquellos meneos y taconazos, viva imagen de una hispanidad emigrada (aunque sea en tercera generación), muy maquillada y aparentemente feliz por haberse adueñado momentáneamente del corazón de la Gran Manzana. Cada cual con su carroza. Y con su "reina" sonriente y bien aderezada, la mano limpiaparabrisas. Y ni los colombianos ni nosotros llegamos a entender este asunto de los alcoyanos partidos por dos. Ni siquiera escrutando la edición especial de Ciudad que un sin fin de chavales repartía por las aceras: milagro de Sant Jordi, entre diez fotos explicando la fiesta, no aparecía ni una sola imagen de la tropa "infiel", ni nada que se le pareciera. Missing. Ni Bush con Guantánamo ha logrado tanta eficacia contra la morería, y luego dicen de las fotos trucadas de Franco.
En fin, que luego a la vuelta hemos leído al portavoz del PP en el Congreso clamando por la fiesta y la libertad de expresión, y hay que risa, tía Felisa.
La prensa atrasada es lo que tiene, que te suelta de golpe todas las desgracias de las que te había preservado el limbo viajero (a no ser que seas presa del virus obsesivo de Internet). Y nos enteramos de que en Cabanes, en Alicante, en Girona, unos tipos han matado a sus mujeres porque "estaban trastornados", o que lo han hecho creyendo que era "por el bien de ellas". Qué sospechosos, los enloquecidos que en lugar de tirarse al tren acuchillan, acribillan o queman a la compañera...
Por cierto, la ciudad de Nueva York acaba de ser duramente reprendida por un juez federal, que también ha ordenado otorgar asistencia pública a inmigrantes maltratadas (muchas de ellas hispanas) a las que se había negado ilegalmente el apoyo porque los funcionarios no sabían que ellas podían acceder a estos beneficios.
No hace mucho, mujeres vestidas de novia (en recuerdo de Gladys Ricart, asesinada el día de su boda) recorrieron las calles del Alto Manhattan y del sur del Bronx denunciando la "pesadilla" que sufren muchas, sin que se dedique a su eliminación ni una minúscula parte de lo que se destina a la lucha contra otros crímenes, reales o inventados.
Finalmente, constataré en esta carta algo americana una buena noticia: el próximo martes se otorgan en el mítico Waldorf Astoria los premios de la Internacional Women's Media Fundation. Elena Poniatowska, la maestra mexicana, verá reconocida su trayectoria de periodista y escritora. Jill Carrol, secuestrada en Bagdad, su empeño. La comentarista política libanesa May Chidiac, mutilada de mano y pierna por una bomba en su coche, su coraje. La reportera china Gao Yu, su capacidad de soportar la cárcel sin renunciar a la libertad informativa.
Y seguro que también habrá un reconocimiento especial para Anna Politkovskaya, acribillada por investigar en la "democracia" postsoviética. Mientras, en Valencia, un lujoso congreso de "nuevo periodismo" reúne un 99% de ilustres varones entre los que por cierto no falta algún censor y manipulador. Vaya morro.
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