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La dieta de la 'pizza'

Amaya Iríbar

Pasta, ensalada y pizza. Es lo que comieron las gimnastas españolas ayer, seis horas antes de participar en la final por equipos. Podría ser la comida de cualquier colegiala. Pero a ellas se las ve pequeñas para su edad. Dicen en la Federación Internacional de Gimnasia que es normal. Tras analizar las respuestas de los participantes en grandes competiciones a un sencillo test de voluntario de 10 minutos sobre su edad, altura, peso, indice corporal, y otros indicadores físicos, añadir los resultados de un análisis de saliva y comparar todo ello con los parámetros de adolescentes normales, la conclusión es que el entrenamiento de alto nivel pospone la madurez, explica Michel Leglise, vicepresidente de la FIG, y médico de profesion. "No nos preocupa porque cuando dejan el deporte de élite recuperan su desarrollo normal", añade.

Otra explicación a que estas adolescentes, de entre 16 y 18 años, midan en su mayoría menos de 1,50 metros y ronden los 40 kilos, es la selección natural, aseguran en la delegación española. Igual que no hay enanos jugando al baloncesto, la gimnasia exige cuerpos pequeños, veloces y fuertes a la vez. Y en su justo peso.

En el Hotel Scandic, donde se aloja el equipo español y otro centenar de participantes, aseguran que los menús son idénticos a los del resto de clientes. Viendo desayunar al equipo canadiense se diría que más abundantes. España no viaja con un nutricionista en su equipo -sí tiene fisioterapeuta y psicólogo-, pero ha pedido a la organización que le proporcione menús diseñados en Madrid. "Todo está supervisado por los médicos del CAR de Madrid", asegura Carballo.

Leglise confirma que las cosas están cambiando en la gimnasia artística. "En los años 90 vimos algunas señales muy malas, y aún hay algunos casos, pero hoy son excepcionales".

Además la imagen de la gimnasia no es única. Entre las mejores en Aarhus está la italiana Vanessa Ferrari, apenas 1,35 de altura, pero también la francesa Isabelle Severino, 26 años, 1,57 metros y 57 kilos de peso. Lo malo es que la francesa es una muy buena gimnasta, pero está lejos de ser una estrella. Y, como dice Leglise, "este deporte necesita estrellas, y no se puede ser una estrella si no se está sano".

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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