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Reportaje:Universidad

El estado de Bolonia

La UPV avanza en el proceso europeo con la configuración de los grupos de docencia y la expedición de los suplementos a títulos

Después de dos cursos de charlas informativas, debates y protestas, conceptos como Proceso de Bolonia, créditos ECTS o Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) resultan hoy familiares para toda la comunidad universitaria. A nadie se le escapa que su objetivo final es la convergencia europea y la homologación de títulos superiores para facilitar la movilidad de docentes y alumnos. ¿Cuáles serán exactamente los cambios a corto plazo? ¿De qué manera afectará Bolonia al trabajo de profesores y estudiantes de la UPV?

En las titulaciones adaptadas, a los créditos convencionales les sustituirán en toda Europa los créditos ECTS. De esta manera, como el sistema es el mismo, cualquier centro comunitario podrá interpretar y homologar el trabajo realizado por el estudiante. Por otra parte, si hasta ahora para aprobar una asignatura había que completar, en la mayoría de los casos, créditos prácticos y teóricos, ahora se incluye el trabajo fuera de las aulas, las visitas a las tutorías y se diversifica el tipo de clases.

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La universidad pública reguló ese punto en la reunión de su Consejo de Gobierno del pasado día 5, aprobando la normativa que configura los grupos de docencia. Las titulaciones adaptadas contarán con los siguientes tipos de clase: clases magistrales, seminarios, prácticas de aula, prácticas de laboratorio, prácticas de ordenador, talleres, talleres industriales, prácticas clínicas y prácticas de campo y deportivas. Con esta nueva tipología, todos los grupos de docencia -excepto las clases magistrales, que podrán tener hasta 100 alumnos- contarán con un número reducido de estudiantes, lo que permitirá un mayor aprovechamiento de las clases.

El modelo de docencia más novedoso lo plantea el seminario. Su diferencia con la clase magistral radica en que, como los grupos serán reducidos, la interacción resultará mayor. De esta manera, el docente no se limitará sólo a impartir un programa de conocimientos, sino que ayudará al alumnado a que adquiera también destrezas. "Se trata de aprender a aplicar los conocimientos estudiados a casos prácticos, saber desenvolverse en la materia", explica Eva Ferreira, vicerrectora de Ordenación Académica.

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El último Consejo de Gobierno de la UPV aprobó también la normativa que marca el procedimiento para solicitar y expedir el Suplemento Europeo al Título (SET). Se trata de un documento que proporciona una información similar al expediente, pero que, al estar redactado también en inglés y computar las asignaturas en créditos ECTS, resulta fácilmente interpretable y homologable en toda Europa. El SET podrá ser solicitado por quienes se titulen este curso y quienes finalizaron la carrera en los anteriores años y su expedición es inmediata.

Este curso se han comenzado además a ofertar los títulos de posgrado propios, divididos en 13 maestrías. Por ahora, se han matriculado unos 250 estudiantes, y en muchas maestrías se ha sobrepasado el cupo máximo de alumnos previsto.

Este avance contrasta con un mapa de titulaciones de grado que no se podrá fijar hasta que el Ministerio de Educación marque las directrices a seguir. No obstante, la ministra de Educación, Mercedes Cabrera, anunció hace dos semanas que en lugar de un catálogo se establecerá un registro de titulaciones, lo que otorgará una mayor libertad a las universidades para decidir su oferta específica.

El ministerio perseguirá evitar desajustes temporales entre la duración de la carrera y lo que tardan los alumnos en cursarla. "Para ello, se agruparán las titulaciones en cinco campos de conocimiento y el primer curso será común en cada campo. Así el estudiante tendrá un año para decidir qué titulación específica le interesa", explica Carmen González Murua, vicerrectora de Grado y Posgrado.

Si se cumplen los plazos anunciados por Cabrera, el Gobierno central publicará en noviembre el texto que fija cómo establecer el mapa de titulaciones. Eso posibilitará, según González Murua, que la UPV empiece en diciembre o enero a elaborar el procedimiento por el que se diseñará el nuevo mapa de titulaciones de grado.

El esfuerzo del alumno

La UPV desarrolla desde hace dos años experiencias piloto y cursos de formación docente que propician una asimilación progresiva de los cambios que acarreará el proceso de Bolonia.

Los programas de formación buscan orientar al profesorado para que desarrolle una guía docente adaptada a las directrices que implica la nueva metodología. "No se trata de dar la vuelta a todo lo anterior; sólo se propone otra manera de planificar la asignatura", apunta Eva Ferreira, vicerrectora de Ordenación Académica.

Ferreira indica que la nueva metodología permitirá medir el esfuerzo que se exige al estudiante y de esa manera evitar que las asignaturas estén descompensadas. "Los profesores utilizarán el mismo sistema métrico para planificar las clases. Antes, una asignatura suponía un mayor esfuerzo que otra similar, porque el profesor no se fijaba en el trabajo que suponían sus clases. Ahora, el docente medirá los conocimientos que tiene que impartir para que el alumno trabaje un número de horas", añade.

Las experiencias piloto, en las que unos 800 profesores han recreado el funcionamiento de las clases adaptadas a Bolonia, contribuyen, según Ferreira, a disipar "el miedo legítimo a lo desconocido" que despierta reticencias entre el alumnado y algunos docentes.

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