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Milicianos armados de Hezbolá impidieron el paso a 'cascos azules' españoles en Líbano

Alonso dice a los soldados que trabajan también por la seguridad de España

Miguel González

El ministro de Defensa, José Antonio Alonso, arengó ayer a los más de 900 soldados españoles desplegados en Líbano subrayándoles que no sólo trabajan por la seguridad del pueblo libanés, sino también para que "el mundo, Europa y España sean más seguros". Aunque no se refirió expresamente al terrorismo islamista, Alonso recordó que el conflicto palestino está en la base de muchos otros y que sus efectos se dejan sentir en la estabilidad de todo el mundo. Por eso, subrayó, el envío de tropas debe ir acompañado de la búsqueda de una solución política. Hezbolá sigue operativa en la zona. De hecho, una patrulla española tuvo en los primeros días de la misión un encontronazo con milicianos armados y uniformados que les impidieron el paso.

Alonso visitó los acuartelamientos de Blat, junto a la localidad de cristiano maronita de Marjayún, y Taibe, en plena zona chií, en el sur de Líbano. En la primera se instalará, a partir del 1 de noviembre, el cuartel general de la brigada multinacional liderada por España y la segunda sirve de base al batallón de la Infantería de Marina. El ministro se felicitó de que durante el tiempo que los militares llevan en la zona -hoy se cumplirá un mes-, no se haya producido ningún incidente. Eso no quiere decir que se baje la guardia. Al contrario, los dos destacamentos han sido fortificados, mediante alambradas, fosas y sacos terreros.

Los soldados españoles han tenido ya su primer encontronazo con milicianos de Hezbolá, a pesar de que la resolución 1701 de la ONU prohíbe expresamente la presencia de elementos armados en la zona. Una patrulla se dirigía a un lugar apartado para realizar una explosión controlada de proyectiles y munición recogidos en los alrededores de la base española cuando se tropezó con un cartel de zona militar y varios miembros de Hezbolá armados y uniformados, que les impidieron el paso. "Seguimos los protocolos internos de la ONU y avisamos al Ejército libanés. Al final, tuvimos que darnos la vuelta y renunciar a la misión porque se estaba haciendo de noche. Al día siguiente, los militares libaneses nos dijeron que cuando habían llegado al lugar no encontraron a nadie", explicaba ayer un oficial español. Probablemente, se trataba de un campo de entrenamiento de la milicia chií.

Ante otras violaciones del alto el fuego, como los vuelos casi diarios de aviones israelíes, los militares españoles no pueden hacer más que tomar nota. Pese a ello, Alonso aseguró ayer que, hasta ahora, ambas partes han acreditado su voluntad de cumplir el mandato de Naciones Unidas.

En su arenga, repetida casi textualmente en ambas bases, el ministro transmitió a los soldados la felicitación del presidente José Luis Rodríguez Zapatero y de todo el Gobierno y recordó que su despliegue en Líbano fue aprobado unánimemente por el Congreso, que representa la voluntad del pueblo español, y que se trata de una "misión de cuya nobleza y recorrido ético no hay ninguna duda", por contraposición a la de Irak, a la que no citó.

El contingente español compagina su instalación sobre el terreno con el trabajo a favor de la población local y la asunción de nuevas competencias. Además de la desactivación de unos 200 artefactos explosivos, muchos recogidos en viviendas o campos de cultivo, está previsto prestar a partir de hoy asistencia sanitaria ambulatoria a civiles libaneses, empezando por la localidad vecina de Adaisseh.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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