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Reportaje:

Explotación integral del Palau

Congresos, presentaciones, tiendas de lujo, el costoso Palau de les Arts alquila espacios y busca recursos para su mantenimiento

Ferran Bono

Hay que aprovecharlo todo. Es una de las consignas que presiden el trabajo de los encargados de poner en marcha el gigantesco edificio del Palau de les Arts. Si hay un pequeño vestíbulo con posibilidad de servir de escenario para una reunión de empresa, un congreso, un seminario o para la presentación de una publicación, se alquila. Por ejemplo, los dos foyers de dimensiones reducidas de la fachada delantera o el enorme vestíbulo acristalado por el que se accede a la sala principal y que recae sobre el resto de edificios de la Ciutat de les Arts i les Ciències, formando un decorado como mínimo espectacular. La sala de ensayos también podría ser rentabilizada con fines empresariales. Y el muy espacioso y aún no adjudicado restaurantes que corona el Palau puede constituir una unidad de negocio.

La Generalitat pretende rentabilizar la arquitectura mediática de la ópera

Todo está tarifado o tarifándose. Hay que exprimir al máximo el teatro de la ópera diseñado por Calatrava. Su elevado coste de construcción (en torno a los 300 millones de euros) y de funcionamiento y mantenimiento (se prevé que entre 50 y 60 millones de euros anuales) obliga a ello. Y su explotación pasa por contar con todo tipo de fuentes de ingresos, lo que ha aconsejado la creación de un departamento de márketing en el propio Palau de les Arts.

Recientemente, Mercedes (proveedora del Palau) mantuvo una reunión de ejecutivos de la firma automovilística en una pequeña sala recayente a L'Hemisfèric, donde también ha habido conferencias de prensa. La revista Elle celebrará el próximo viernes sus 20 años en España y entregará sus premios en el Palau de les Arts, con la anunciada presencia de la modelo australiana Elle MacPherson y del actor americano Adrian Brody, también modelo publicitario de la firma Ermenegildo Zegna.

Precisamente, uno de los proyectos barajados por la directora e intendente del Palau, Helga Schmidt, es estimular la instalación en el acceso lateral arqueado de boutiques de complementos de lujo y alta costura, tiendas exclusivas. Todavía está en fase de concreción.

Es una propuesta más para obtener el mayor rendimiento a una arquitectura que, guste o no, funciona como reclamo, como escaparate. Difícilmente, las espectaculares dimensiones del edificio de forma náutica, de 75 metros de altura y 40.000 metros cuadrados, pasan inadvertidas. No en vano, el Palau cuenta con cuatro salas de uso público, con una capacidad total de unas 4.000 butacas. ¿Cómo se mantiene toda esta infraestructura?

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Es una de las principales preguntas que planean bajo los enormes voladizos que cobijan las dos casi interminables escaleras rampantes del Palau. Telefónica e Iberdrola son patronos de la fundación de la ópera, junto al Ayuntamiento y a la Generalitat, promotora y titular del edificio. Se espera la incorporación del Ministerio de Cultura, que ha presupuestado 1,5 millones de euros para la primera temporada. Bancaixa es el principal patrocinador con un millón de euros al año y algunas empresas como Roig, Nefinsa, Cleop, Acciona o Aumar son benefactores o protectores.

La Generalitat pretende convertir el Palau en un referente mundial de la ópera, pero también en un centro de congresos de proyección internacional. Ya albergó uno de los actos del reciente Congreso Internacional de Astronáutica. Y a principios de noviembre acogerá la novena edición del Congreso Nacional de la Empresa Familiar, que abrirá Felipe González en el Auditorio del Palau de les Arts y cerrará Mariano Rajoy en el Museu de les Ciències.

Hay múltiples espacios que se pretenden emplear para organizar congresos dentro del Palau de les Arts, que se une así a la ya larga lista de edificios especializados en encuentros de este tipo en Valencia. En este sentido, competirá también con el cercano Palau de la Música, y el no muy lejano Palacio de Congresos, diseñado por Foster. A juicio del presidente de la Unión Hotelera de Valencia, Miguel Ángel Fernández Torán, este edificio se ha quedado corto a los casi 10 años de su inauguración. La proliferación de hoteles en la ciudad precisa de grandes congresos internacionales para la supervivencia de la mayor parte de los establecimientos.

El Palau de les Arts juega en este contexto un papel icónico, un hito que debe tirar de la demanda, junto al resto del complejo de la Ciutat de les Arts, el decorado de cemento blanco del que se ha dotado Valencia para disputar la liga de las arquitecturas mediáticas urbanas del mundo.

Fuentes del teatro de la ópera destacan que los operadores turísticos se han mostrado interesados en incluir el Palau de les Arts entre su oferta y la venta de abonos ha superado las expectativas. Pero quedan muchas cosas en el aire. Tantas que algunos melómanos se frotan las manos y se disponen a disfrutar de su programación "mientras el Palau de les Arts aguante".

De momento, el teatro de la ópera no ha hecho más que empezar a andar. Los continuos retrasos de la obra, aún sin finalizar, y los problemas técnicos y de acústica surgidos en el Auditorio, por ejemplo, ralentizan su paso y rompen con las previsiones. Falta también abrir las terrazas y escaleras. La idea original de Calatrava es ofrecer un espacio visitable, para pasear, para uso ciudadano, de melómanos o no. Se habrá de resolver entonces el problema de la seguridad en un edificio de múltiples accesos. Ya se han detectado graffiteros dispuestos a dejar su huella en el lienzo de trencadís blanco de un muy costoso Palau al que se pretende explotar de manera integral.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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