Iniesta da un respiro a Luis
España levanta el vuelo y con el gobierno del 'cerebro' azulgrana supera con creces a Argentina
A punto de la catarsis, España enderezó el rumbo. Lo hizo en un amistoso, cierto, pero ante un equipo tan heráldico como Argentina, una selección que no pacta jamás, que siempre se siente exigida y examinada. Pero el equipo de Luis, que no está para más sainetes, se tomó el partido como un ejercicio de supervivencia y siempre estuvo varios peldaños por encima de su rutilante rival. Al hilo de Iniesta, el combinado español alcanzó el sosiego que tanto precisaba en estos momentos, y lo consiguió de forma brillante. La victoria quizá aparque cualquier decisión drástica que se estuviera meditando en la federación, pero no debería aplazar una profunda revisión del fútbol español. España no sólo tiene problemas en los despachos y en el banquillo. Los tiene también en el campo, por más que anoche se empinara sobre Argentina, todo un clásico. Al margen de las espantadas directivas y la confusión generada por Luis, tanto ante el público como ante el vestuario, el cesto del fútbol español no da para grandes aventuras.
Con los sub 21 empantanados, los relevos son escasos y España tiene algunas grietas considerables. Sobre todo en la defensa, donde el nivel es muy bajo, ya sea por el embudo o por los costados. La selección ha recibido seis goles en los tres últimos partidos. Por el lateral izquierdo hay un desfile en cada cita: Del Horno, Capdevila, Pernía, Antonio López... Y ninguno ha mostrado rango internacional. Por el centro la situación es aún más inquietante. Con Puyol a la baja, Pablo tirita ante cualquiera y Juanito, un suplente, nunca se ha visto en el podio. Como agravante, por más que se bucee no hay gran cosecha. En ninguno de los cinco primeros de la Liga (Barça, Valencia, Sevilla, Real Madrid y Atlético) hay dos centrales españoles titulares. En el ataque, con Raúl y Morientes cortados por Luis, todo el paisaje se reduce a Villa, siempre punzante, y Torres, el primer pretoriano del seleccionador, pero muy rebajado en los últimos tiempos. La única línea solvente es la de centrocampistas, en la que proliferan jugadores que a España, al menos, le permiten gobernar la pelota, caso de Xavi, Iniesta o Cesc, éste último el sacrificado ayer por Luis tras la derrota en Estocolmo. Justo de una brillante arrancada de Iniesta, ayer inclinado a la izquierda de Albelda, llegó el gol de Xavi, que enganchó un zapatazo magnífico desde fuera del área. Pero en un suspiro empató Argentina. Los defensas españoles hicieron de estalactitas, consintieron que Insúa, solo dentro del área, recibiera, pensara y pasara y que Bilos, a un palmo de Reina, rematara sin esfuerzo.
El empate argentino creó cierta zozobra en España, que hasta entonces había tenido más cuerpo. Con Xavi al mando e Iniesta de fantástico enlace, el equipo llevaba el mando con cierta suficiencia. Parsimoniosa la albiceleste, Angulo, Torres -que pifió un cabezazo a un dedo del gol- y el propio Xavi habían estado a un centímetro de abrir el marcador. Sólo el culebreo de Messi alarmaba a España, que siempre encontraba un pasillo abierto por la orilla del deficiente Zabaleta, al que Villa anudaba con enorme facilidad cada vez que se descolgaba por la zona. El delantero valencianista, que lleva en la mochila nueve goles en 17 partidos internacionales, un promedio muy notable, tiene una virtud extraordinaria: todo lo que hace, ya sea con movimientos diagonales o por el centro, resulta demoníaco para el contrario. Es un delantero voraz, despojado de cualquier tipo de arabescos. Torres destila mayor potencia, pero si no se le busca en carrera no se le encuentra, y su relación con la pelota no es del todo armoniosa.
Sin noticias de la selección de Basile salvo en el último tramo del primer periodo, España siempre estuvo por encima. La tibieza de Mascherano, Insúa y Lucho González dejó al equipo suramericano sin salida, con la pelota fuera de foco. En realidad no hubo un argentino con peso en el partido, quizá contrariados por la pronta lesión de Maxi, al que se le enredó una rodilla en el horrible arenero de la Nueva Condomina. Argentina nunca tuvo ese pico de competitividad que genéticamente se le presume. Un vuelo que ayer sí tuvo la selección de Aragonés, que guiada por Xavi e Iniesta y el buen auxilio de Alonso aún puso mayor distancia en el segundo acto. La presencia del eje del Liverpool en detrimento de Albelda demuestra, una vez más, que sin pivotes defensivos también se vive. Que no siempre resulta lunático asociar tres talentos como éstos. Talento como el que destila Iniesta, al que sólo le falta mayor picante, no mostrarse tan cohibido. Fue, cómo no, Iniesta el que finalmente reventó a Argentina con una sensacional irrupción en el área a la que Ayala respondió con penalti. Una suerte del fútbol que Villa domina sin titubeos. El gol, el del asturiano redimió las últimas penurias de España, que supo darse un respiro a tiempo. Y lo hizo desde lo futbolístico, en un retorno al juego que debería prevalecer en este equipo, que pasa por los lazos que sepan establecer los sutiles centrocampistas que se acunan en España.
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