Nuestros prejuicios, señor Krauze
Enrique Krauze, prestigioso historiador mejicano y gran amigo de grandes amigos míos, apostilla críticamente mi Encauzar al México bronco. Dejando para otra ocasión volver al tema de fondo, quiero ahora reivindicar la condición de hombre con prejuicios que me atribuye. Pues sí, señor Krauze, usted, yo, todos, pensamos y operamos desde una inevitable estructura prejuicial que condiciona nuestro comportamiento. La pretensión de objetividad con que las ciencias sociales han pretendido ponerse al abrigo es una utopía perversa, que funciona casi siempre como coartada de designios silenciados. Durante mi presidencia del Comité Internacional de Comunicación dedicamos cuatro años al estudio de este tema y llegamos a la conclusión de que para reducir lo subjetivo en nuestra relación con la realidad, lo único que cabía hacer era autodenunciar nuestros aprioris y transmitir con la mayor integridad posible nuestra percepción de la misma. En cuanto a mis prejuicios, que seguramente no coinciden con los suyos, son: una fuerte simpatía y agradecimiento a México por su constante solidaridad con quienes luchamos contra el franquismo y mi empecinada opción por el progreso que me sitúa frente a las posiciones reaccionarias.
Por cierto, señor Krauze, que no me parece un recurso aceptable fundar su acusación de mala lectura e ignorancia en un error de transcripción (Alonso por Aguayo) cuando en el artículo queda claro que me refiero a la tribuna Satanizando a López Obrador de la que es autor Sergio Aguayo Quezada.
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