Donde dije digo...
"A nadie le amarga un dulce", declaró ayer José Bono antes de que el PSOE se planteara proponerle oficialmente como cabeza de lista para la alcaldía de Madrid en las elecciones de mayo de 2007, en contra de sus reiteradas manifestaciones de que no aceptaría. Zapatero le habría convencido con una nueva llamada y con el compromiso, al parecer, de que podría ser el presidente del Congreso en la próxima legislatura si no fuera elegido alcalde. Bono podría ser un serio rival para el actual regidor, el dirigente del PP Alberto Ruiz-Gallardón
. Bastante más sólido que otros de los nombres que circulan y casi al mismo nivel que la vicepresidenta Fernández de la Vega. Aunque, a día de hoy, Gallardón aparece como favorito en todas las encuestas a pesar de haber convertido la capital en una permanente zanja. Al alcalde madrileño se le reconocen sus méritos como gestor y se creen sus promesas de que terminará a tiempo las obras abiertas como lo hizo cuando era presidente de la comunidad autónoma. Pero no logra desprenderse de la desconfianza, e incluso de la inquina, que suscita sobre todo en el sector más conservador del PP. Bono, por contra, puede pescar votos en ese caladero, así como en el espectro del centro. Es populista, católico, españolista y le gusta aparecer como antisectario y por encima de su propio partido. Sin embargo, no todo es miel para este albaceteño, ex presidente de Castilla-La Mancha y ex ministro de Defensa, porque genera también fuertes recelos, y no sólo entre las filas del guerrismo. A los socialistas madrileños no les ha gustado el método de Zapatero para elegir candidato. Además, se acusa al aspirante de haber roto su palabra de que jamás se presentaría por una ciudad de la que no es oriundo.
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