Delegado de prevención y víctima
Juan Carlos Almeida (Vitoria, 1972) tiene una incapacidad permanente total debido a un accidente de trabajo que le hizo deambular entre la UVI y diversos hospitales, durante casi dos años de su vida. Una fría mañana del 14 de diciembre de 2004, cuando se disponía a colocar unas planchas de pladur en la segunda planta de un nuevo edificio de oficinas, en Vitoria, se arrodilló para entregar algo a un compañero situado dos plantas más abajo. Se apoyó en la valla que le protegía del vacío y sacó la cabeza para ver a su compañero, pero la barandilla falló. Al caer desde ocho metros se rompió dos vértebras, la pelvis, tres costillas, que le perforaron el pulmón, se rompió el cúbito, el radio y el escafoides de la mano izquierda. "No perdí el sentido en ningún momento. Lo primero que hice fue comprobar que movía las piernas". Se quedó con una parálisis parcial del nervio ciático del pie izquierdo.
Juan Carlos era el delegado de prevención de la empresa, pero las vallas no las había puesto su empresa, sino una subcontrata. Cuando estaba en el suelo, con un nivel de dolor considerable y esperando a la ambulancia, oyó al jefe de obra ordenar a un peón: "Coloca las protecciones en su sitio". Le salvó que la Policía llegó un instante después y los agentes hicieron las fotografías de la valla que arrastró hasta el suelo en su caída por mala colocación. "No he hecho mala sangre con mi empresa", dice.
Juan Carlos, asesorado por CC OO, se ha quedado con una pensión del 55% del salario base y con un recargo de prestaciones del 40% de ese 55%, al que hace frente su empresa.
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