La pluralidad del islam
En tiempos de viñetas abusivas y desprevenidos pronunciamientos papales, cumplir diez años de algo que tenga que ver, y en un sentido positivo, con el islam llama la atención; pero si, además, se hace impecable realidad ese mayúsculo cliché de llenar un vacío, la iniciativa merece calurosa felicitación y sincero elogio. En estos diez años, Bellaterra ha edificado una gran biblioteca que llama del Islam Contemporáneo y para conmemorarlo publica un volumen que titula Visiones del Islam y es una antología de textos de las obras aparecidas -39 de 43- compuesta, sin embargo, con la sabiduría necesaria para que pueda leerse por sí misma. El libro se divide en dos partes, la antología misma, y una útil recensión de cada uno de los textos publicados. Esa primera parte, a la que sólo le haría la objeción de que la hayan titulado Los Mil y un Islames , cuando en mi colegio habríamos preferido Los Mil y un Islam, cubre sucesivamente los aspectos geográficos, societarios, políticos y de debate general sobre la religión de Mahoma; en resumen, bastante más que un fornido Que sais je? para todas las ocasiones.
VISIONES DEL ISLAM
Alfonso Carlos Bolado (director)
Antología de obras publicadas
Bellaterra. Barcelona, 2006
230 páginas. Edición gratuita
En el volumen, el lector asiste a una serie de discusiones de corte en ocasiones hasta socrático sobre cuestiones de actualidad, como la naturaleza última del islamismo, que François Burgat define como la lucha para acceder a la modernidad a través de unas creencias específicas; en cuyo proceso -Olivier Roy- el neofundamentalismo es consecuencia de transformaciones sociopolíticas antes que un subproducto parapsiquiátrico del mal; y que, como tal subproducto, sólo se diferencia de parecidas pulsiones del cristianismo, en que este último se ha batido en retirada en el mundo contemporáneo, a diferencia del primer plano en el que se desenvuelve la religión islámica, como sostiene Olivier Carré; a la vez que, como documenta Malika Zhegal, protagoniza una interacción no necesariamente conflictiva con el cuerpo más tradicional de ulemas, o guardianes de la fe.
Por ello, en ese pensamiento
radical parece oportuno -el judío israelí Emmanuel Sivan- reconsiderar términos de uso habitualmente grosero y atroz como yihad, takfir o yahiliya, que tanto juego dan para apostrofar desde esa misma barbarie; en lo político, Gema Martín subraya cómo el islamismo es una consecuencia no única pero sí directa de la deriva antipopular de la gran mayoría de regímenes árabes; de manera, por último, que ese islam, como argumenta el gran especialista irlandés Fred Halliday, no haya nacido obligatoriamente para oponerse a nada, y menos para confortar a un Huntington y su colisión astral de civilizaciones.
La obra puede leerse en transversal de muchas maneras, para que salgan de ella tanta geopolítica como islamismos, desde el hecho diferencial marroquí hasta la eclosión de la nueva Asia Central, sin olvidar el gran islam vecino pero no árabe de la Turquía profana y profunda. Léase como se quiera, la obra nos remite al mejor conocimiento de la materia, que es siempre el circular: aquel que acaba en el principio.
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