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Una muestra funde en San Sebastián literatura, arte y diversidad cultural

El pintor donostiarra Alfredo Bikondoa leyó el relato egipcio El nombre secreto de Ra, en el que la diosa Isis no para hasta hacerse con el poder del dios solar, y se dejó "llevar por las sensaciones". Le salió un cuadro en el que refleja dos energías, la masculina y la femenina, con el pensamiento puesto en que se completen la una a la otra. Bikondoa es uno de los protagonistas de Encuentos I, exposición en la que 36 artistas de culturas diversas han realizado otras tantas obras inspirándose en cuentos mitológicos y leyendas procedentes siempre de un país distinto al suyo. Su objetivo es promover la interculturalidad. La muestra estará abierta hasta el 24 de octubre en el Centro Cultural Okendo de San Sebastián.

El proyecto es una iniciativa de la asociación multicultural Ereite, que pretende ser la voz de los inmigrantes, y surgió en el marco del 750 aniversario de la fundación de Tolosa. Frente a la homogeneidad, la exposición difunde la diversidad e invita al visitante a reflexionar sobre el enriquecimiento que supone disfrutar en nuestro entorno de la presencia de diferentes culturas.

Como la cultura cubana de Julio Matilla, que vive en Biarritz. Tras leer el cuento japonés Los doce signos del horóscopo oriental, pintó un cuadro en forma de kimono en el que plasma los animales de ese horóscopo. Y comprobó que no importa la raza o la religión, que "las coincidencias culturales" entre países distantes "son más de las que creemos", porque ese cuento japonés le recuerda mucho a la charada tradicional de su país.

La belga Martina Dasnoy, residente en San Sebastián, ha viajado a la República Dominicana con La leyenda del sol y la noche, un relato "muy pictórico" cuyos colores, paisajes y personajes ha inmortalizado en un cuadro. Los tolosarras Susana García y Sepi Caminos han convertido el cuento indio La vasija agrietada en dos esculturas moldeadas con materiales como corteza de maíz y hoja de loto. Y el donostiarra Iñigo Royo ha ideado una instalación formada por dos hamacas, una sombrilla y un cubo de playa para enfrentarse al mito griego de Sísifo, utilizado en la literatura para caracterizar la condena a un tarea ardua y sin fin.

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