Horror en el remanso de paz de los amish
Nadie tiene la menor explicación para una de las peores matanzas de escolares en EE UU
A menos de tres horas de Washington por carretera, entre preciosas granjas amish, se retrocede un siglo. En ese apacible escenario, nadie sabe qué pudo ocurrirle el lunes al repartidor Charles Carl Roberts para que, armado hasta los dientes, entrara en una escuela y disparara sobre 11 niñas antes de suicidarse. "Muero por saber qué tipo de insulto por parte de una niña pudo recibir hace 20 años que le haya llevado a esto", decía ayer Mary Miller, vecina del asesino en Bart Township. "Estaba enfadado con la vida, enfadado con Dios", declara el jefe de policía del condado, Jeffrey Miller.
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