Rock alrededor de Guille
Más de 200 músicos recordaron anoche al guitarrista madrileño Guillermo Martín
Estaba Guille. Su guitarra y él no, pero sí su recuerdo. A lo largo de la tarde de ayer había más de 200 músicos que vivían y viven de la música tan bien y mal como el propio Guille, que murió hace poco más de un mes tras una enfermedad que le impedía en los últimos meses tocar la guitarra y hacer rock and roll. Ésa era una de las tres cosas que más le gustaba hacer en la vida; las otras dos, según confesó su hermano Fernando, músico también además de periodista especializado en música, era "un poco de sexo y un poco de droga".
Guillermo Martín, guitarrista, rockero y madrileño, se fue hace poco recién cumplidos los 43 años. Ayer, muchos de los amigos que habían tocado, o no, con él a lo largo de un cuarto de siglo se reunieron para cantar canciones en su honor. Y bailar y pasarlo bien, como a él le gustaba ("los domingos se hicieron para bailar", cantaban también ayer los Burning), y mandarle un recuerdo hasta el lugar donde haya ido y esté ahora.
El hermano del artista abrió el recital, tranquilo y emocionado, con el grupo de Patacho
Con el grupo de Patacho, ex componente de Glutamato Ye-yé, arrancó el largo homenaje. El Gran Wyoming ofició de presentador inicial y amenazó que tocaría la guitarra al final de la velada. "Sé que es un atrevimiento hacerlo entre los mejores guitarristas de toda España que hay aquí, pero estas cosas hay que hacerlas así", dijo en su tono irónico habitual. Y cumplió, pero hasta que llegó su momento hubo pasajes muy especiales. Los instrumentales surferos de Los Coronas apabullaron sin contemplaciones, lo mismo que el aguerrido rock del grupo hermano Sex Museum. O Amaral, cuando con Leyva (Pereza) a la batería se atrevieron a revisitar Manhattan, la canción de Leonard Cohen.
O el propio Fernando Martín, que abrió el fuego al principio, tranquilo pero emocionado, con los músicos de Patacho. Y que más tarde con Pereza desgranó una emocionante versión de Flores muertas de los Rolling Stones dedicada a su hermano.
Sin ramalazos nostálgicos ni ninguna tentación a creer que cualquier tiempo pasado fue mejor, a veces parecía rememorarse alguna de las tardes del Madrid de la movida, en el primer lustro de los ochenta, en el que Guille tuvo también su importante papel. Con su hermano formó parte de Números Rojos y Desperados. Más tarde, los Neverly Brothers, y como guitarrista tocó con los Trogloditas de Loquillo, con Ariel Rot, con Andrés Calamaro, con Los Rodríguez y con Jaime Urrutia, además de con muchos grupos de Zaragoza, ciudad a la que se había ido a vivir en los últimos años tras casarse con Gaby Añaños, que estaba también ayer en el concierto.
Todos estaban ayer con él en la Sala Heineken, en los bajos de la Torre de Madrid. También los Auserón y sus versiones de canciones clásicas, Los Secretos, Los Ronaldos, Javier Ojeda (Danza Invisible), el tango de Antonio Bartrina (Malevaje), Burning, J. Teixi Band, Julián Hernández (Siniestro Total), Lou Garx, el argentino Andy Chango, Rubén (la otra mitad de Pereza), Burning y hasta Micky, el hombre de goma, el más veterano de todos que tuvo en tiempos a Guille como eficaz escudero a la guitarra.
Además de para comprobar cómo funcionan en directo uniones inéditas entre los rockeros españoles, y algún hermano argentino, el concierto también sirvió para reivindicar la figura y la vida del músico de carretera. Con su guitarra, Guille llevaba en ella cerca de tres décadas sin hacer otra cosa. Sin embargo, oficialmente, a su muerte se le consideró que sólo había cotizado 900 días, ¡menos de tres años! Su homenaje de anoche iba también destinado a poner en valor la dignidad de la profesión de músico.
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