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Crónica:Fútbol | Quinta jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Depor emerge de la nada

El cuadro de Caparrós salva un partido horroroso con dos goles en los últimos siete minutos

Xosé Hermida

Riazor se empezaba a acostumbrar a la alegría de su nueva muchachada, pero ayer tuvo constancia de que las penurias no han desaparecido con el lifting que Joaquín Caparrós ha practicado a la plantilla deportivista. Una reacción en los siete últimos minutos permitió a la gente irse a casa con la satisfacción de la victoria y las imágenes de los magníficos goles de Barragán y Riki. Todo lo demás fue un puro horror, del que participó con destacado protagonismo una Real Sociedad infame, acobardada como si enfrente tuviese a una maquinaria poderosa y no a un grupo de reclutas novatos.

Un desierto inabarcable, vacío, sin el menor atisbo de vida. Así fue la clase de partido que afligió ayer a Riazor. La estadística ahorra cualquier tipo de retórica: en la primera parte, sólo hubo un remate a puerta. El autor fue Riki y llegó en el minuto 42, cuando el estadio era ya una sucesión de bostezos, migrañas y los primeros silbidos de la temporada para el Baby Depor.

DEPORTIVO 2 - REAL SOCIEDAD 0

Deportivo: Aouate; Barragán, Lopo, Arbeloa, Capdevila; Sergio (Taborda m. 63), Coloccini; Arizmendi, Juan Rodríguez, Filipe (Iago m. 80); y Riki (Verdú m. 87). No utilizados: Munúa; Manuel Pablo, Rodri y De Guzmán.

Real Sociedad: Riesgo; Gerardo, Ansotegi, Labaka, Garrido (Díaz de Cerio m. 85); Diego Rivas; Xabi Prieto, Mikel Alonso, Novo, Felicio (Juanito m. 79); y Kovacevic (Skoubo m. 59). No utilizados: Bravo; Garitano, Rekarte y Rossato.

Goles: 1-0. M. 83. Barragán recibe un pase largo de Coloccini en el pico derecho del área, regatea a un defensa y dispara con la izquierda a la escuadra contraria. 2-0 M. 87. Riki coge la pelota dentro del área y sobre la línea de fondo, elude a un defensa y, casi sin ángulo, remata raso al palo contrario.

Árbitro: Mejuto González. Amonestó a Coloccini, Garrido, Barragán y Gerardo.

Unos 22.000 espectadores en Riazor.

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Kovacevic pierde las fundas de dos dientes

Hasta ahora, el Depor había mostrado en Riazor las consecuencias benéficas de airear la habitación cerrada en que se consumió su decrépita plantilla durante los dos años anteriores. Ayer asomaron también las carencias, que ya se habían apuntado en los partidos fuera de casa. De este nuevo Depor se puede esperar electricidad y vocación guerrillera. Imaginación, más bien poca. Y potencia de fuego, menos todavía. Ante un rival sólo preocupado de taparse, el Depor no fue capaz de producir ni un esbozo de fútbol. De enganche con la delantera se alineó Juan Rodríguez, un medio centro. Por ahí no hubo noticias del Depor, como tampoco por las bandas. En la derecha penó Arizmendi, que, como no espabile, acabará reclutando un nutrido club de detractores. En el costado izquierdo apareció el brasileño Filipe, a quien se le vieron buen toque y ligereza para recorrer la banda, pero que no desbordó ni una vez. Así que Riki, que ya no es un ariete puro, quedó aislado en el centro de la delantera.

En todo caso, Riki fue un afortunado en comparación con Kovacevic. Mientras el resto de la Real se afanaba en defender el resultado, el delantero serbio estuvo condenado a errar por las profundidades de la galaxia, a distancias siderales de la pelota. No se le puede reprochar falta de voluntad. Bajó al centro del campo, se abrió a las bandas y, como no le llegaba otra cosa, hasta acabó tirando centros. Todo, menos lo suyo, que es recibir en el área. A eso lo condenó José Mari Bakero con una alineación pensada para cualquier cosa menos para inquietar al contrario en su campo. Es cierto que no pasó apuros, pero a costa de dimitir del fútbol sin el menor disimulo.

El partido sólo se agitó un poco tras el descanso con un leve intercambio de golpes en las dos áreas como no se había visto hasta entonces. Fue un fugaz espejismo antes del retorno a la nada. El público ya había abandonado toda esperanza cuando en la recta final florecieron, como un milagro repentino, los excelentes goles de Barragán y Riki. Un final intempestivamente feliz para una película de horror.

Kovacevic enseña al médico de la Real su diente roto.
Kovacevic enseña al médico de la Real su diente roto.EFE

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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