La pareja perfecta
Morientes y Villa lanzan con sus goles a un Valencia que, con poco juego, machaca al Nàstic
El Valencia se desmelenó justo el día en que más le costó enseñar su mejor juego. Lo hizo al final, después de que sus dos pistoleros le hubiesen despejado el horizonte. Suficiente para machacar a un Nàstic que no mereció tal correctivo. El Valencia tiene mucho plomo en la delantera. No necesita exhibirse para ganar. Le basta la profesionalidad de su defensa y los enormes recursos de su delantera. Ha aumentado en un 40% sus remates respecto al curso pasado. Prosiguen su idilio Morientes y Villa, que se repartieron las tareas en la liquidación de un Nàstic que tocó mejor en el primer tiempo. Quique, además, jugó otra vez a ser Benítez, en esta ocasión en las rotaciones. Y volvió a funcionarle. También, porque se lo permitió la falta de pegada de su rival.
VALENCIA 4 - GIMNÀSTIC 0
Valencia: Cañizares; Curro Torres, Albiol, David Navarro, Moretti; Joaquín (Angulo, m. 61), Albelda, Edu, Gavilán; Villa (Jorge López, m. 80) y Morientes (Silva, m. 72). No utilizados: Butelle, Miguel, Ayala y Vicente.
Gimnàstic: Bizarri; Ruz, Cáceres, Matellán, Mingo; Campano (Generelo, m. 58), Abel (Merino, m. 64), Juan Díaz, Cuéllar; Makukula y Portillo (Ismael, m. 58). No utilizados: Rubén, Llera, David García, Morales y Pinilla.
Goles: 1-0. M. 15. Morientes, a pase de Villa. 2-0. M. 55. Villa. 3-0. M. 78. Villa, a pase de Gavilán. 4-0. M. 85. Angulo, tras un rechace del portero.
Árbitro: Velasco. Expulsó al técnico del Nàstic, Sampedro (m. 15), por protestar. Amonestó a Abel, Villa, Mingo, Gavilán y Merino.
Unos 45.000 espectadores en Mestalla.
Sin los gritos de Ayala en el cogote, el Valencia desconfió al principio de su defensa y la metió demasiado cerca de Cañizares. Eso favoreció al Nàstic, que se sintió el rey del mambo en el centro del campo y ejerció un dominio inesperado. O no tanto. Porque el Valencia sufre a menudo en la línea de medios. Normalmente, porque está en inferioridad. Al actuar con dos interiores como extremos -ayer Joaquín y Gavilán-, Albelda y Edu no dan abasto. Es la manta de Tin: lo que se pierde por ahí se gana por allá. Las llegadas por las bandas son, a cambio, constantes y peligrosas.
El cuadro de Sampedro encontró un filón por su ataque izquierdo. Allí, David Cuéllar rompió una y otra vez en el mano a mano a Curro Torres, sin confianza y sin ritmo después de tantos meses sin competir. Como ya evidenció en el primer tiempo ante el Roma, el cuadro de Quique no necesita mandar en el juego para dominar el marcador. Lo hizo de nuevo. Gracias al árbitro asistente, que se comió un fuera de juego de Villa en la jugada del tanto valencianista. Arrancó con medio cuerpo en posición ilegal antes de centrar desde la derecha para que rematara Morientes, que, eso sí, estuvo impecable en la definición.
Si hay algún goleador puro en España, ése es El Moro. El primer tanto valencianista así lo atestigua. Cuando Villa se aprestaba a centrar, Morientes corrió una diagonal perfecta para llegar al primer palo y, desde allí, rematar de primeras. Hay quien dudaba de que Villa y Morientes pudieran convivir en una misma delantera. Pues, bien, pasadas cinco jornadas, no sólo conviven, sino que se aman. Es la pareja perfecta. Generosos los dos en el esfuerzo, instintivos en el remate, maduros ambos, Villa tiene más recursos y acepta jugar de segundo delantero para abastecer prolíficamente a su compañero. Tarde o temprano, también le llega a él su turno.
Tras el tanto irregular, Sampedro montó en cólera y martilleó al árbitro asistente con sus protestas hasta que fue expulsado (m. 15). Ya en la grada, al joven técnico se lo llevaron otra vez los demonios, pero esta vez contra sus propios jugadores. Éstos le dieron plena libertad a Villa en una falta a favor de los valencianistas. La jugada de estrategia que tantas veces se repite: la de Irlanda del Norte a España, por ejemplo. El delantero que arranca hacia atrás desde el segundo palo, nadie le sigue y, desde el el borde del área, dispara a gol. El partido, ya sentenciado, estaba para Joaquín, para que diera rienda suelta a su creatividad. Pero Quique pensó de otra manera y lo sustituyó por Angulo, recién convocado por Luis. El Nàstic alzó la bandera blanca y hasta Curro Torres se animó a subir. Y Albelda, a enviar un gran pase en largo que desnudó a la defensa, permitió a Gavilán llegar a la línea de fondo y brindarle el gol a Villa, el cuarto en la Liga. Entonces entró en acción Silva y mostró la pureza de su zurda. Un pase de seda a Edu, la vaselina frustrada de éste y el remate final de Angulo en plena fiesta valencianista.
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