_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cartas desde el fin del mundo

El 6 de enero de 1971, António Lobo Antunes partía a bordo del Vera Cruz hacia Angola. Recién licenciado en medicina, debía cumplir enseguida con su servicio militar y le tocó hacerlo participando en la guerra colonial que Portugal mantenía con el país africano. Seis meses antes había contraído matrimonio con María José, una mujer que apenas tenía veinte años. Ella quedó esperándole en Lisboa y esperando también su primer hijo. Lobo Antunes inició con Zé, la misma noche de su partida, un epistolario que mantuvo durante los dos años que duró su estancia en África. Desde la primera carta se manifiesta un hombre joven, enfermo de nostalgia y melancolía: "Mi añoranza es ya indescriptible, y mi soledad enorme...". Y desde la primera carta quedan también perfiladas las inquietudes que acompañarían al escritor durante toda su estancia en la contienda: la preocupación por mantener vivo el amor de su mujer, su afán por conseguir tiempo para escribir y convertirse en escritor, y la reflexión siempre implícita del sinsentido de esa guerra, de cualquier guerra. Más de trescientas cartas en las que el escritor contó día a día su particular infierno. Y en todas ellas la descripción del paisaje, el recuerdo de esa belleza desconcertante de la tierra angoleña, protagonista más tarde en toda la obra literaria del escritor portugués.

Cartas de la guerra. Correspondencia desde Angola

António Lobo Antunes.

Traducción de Dolores Vilavedra.

Debate. Madrid, 2006. 429 páginas. 22 euros.

Estas cartas no fueron escritas para ser publicadas

Cuando el libro se presentó en

Lisboa lo hicieron las hijas del escritor, María José y Joana Lobo Antunes. Las dos hermanas, responsables de la edición, cumplían al publicarlo con la promesa que hicieron a su madre. Ésta, enferma de un cáncer de riñón, pidió a sus hijas poco antes de morir que hicieran público este epistolario. Desde luego las cartas no fueron escritas para ser publicadas, todo lo contrario. Las hay de tal intimidad que se comprenden las reticencias del escritor. Pero las propietarias eran sus hijas y la voluntad la de su mujer, y ante eso poco pudo añadir el escritor. En cada una de las cartas él le declaraba su amor sin fisuras: "Me haces falta en todo, una falta permanente y horrible, que se acentúa cada día como un vacío en el estómago, un hueco en el espacio, un sincero vértigo en el centro de la cabeza

...". Y, sin embargo, se separó de ella poco tiempo después de regresar de la guerra, coincidiendo con la revolución de los claveles. Quizá arrastrado, según él mismo ha reconocido, por la moda, por una modernidad mal asimilada. Vivieron separados más de veinte años, hubo otros matrimonios, pero cuando Lobo Antunes supo de su enfermedad volvió con ella y retomó ese amor, el único amor, según ha declarado, que ha contado en su vida. Las cartas tienen un interés capital y no sólo para los interesados en la obra de Lobo Antunes. En su conjunto constituyen la crónica de una guerra contada desde dentro, día a día: "Esto es el fin del mundo: pantanos y arena. La peor zona de la guerra de Angola: 126 bajas en el batallón que relevamos, si bien con sólo dos muertos pero con amputaciones diversas...". O: "Si cierras con fuerza una puerta me verás tirarme al suelo y empezar a disparar por un reflejo condicionado. Eso es en lo que nos convierte la guerra: insectos luchando por la propia supervivencia en un frenesí de patas y antenas". Son las vivencias de un chico de familia acomodada que se enfrenta a un horror que desde luego determinaría toda su vida: "El infierno consiste en acordarnos durante toda la eternidad. ¿No es verdad?", escribía en Buenas tardes a las cosas de aquí abajo. A la vez es la historia de toda una generación condicionada de forma irremediable por aquel conflicto.

Pero las cartas también hablan

de alguien que quiere convertirse en escritor y que libra su particular batalla con las palabras: "...

¿Podría acercarme a esto? -habla de Faulkner-. En el fondo creo que sí, con mucha renuncia, mucha entrega y, sobre todo, mucho trabajo: La cantidad de virtudes necesarias para ser un buen escritor es enorme. No basta con haber nacido, es preciso hacerse. Y agitar el árbol para que queden sólo las mejores hojas...".

Estamos ante un documento impagable para rastrear las claves de un escritor cuya obra es un instrumento para ahondar en el núcleo de la vida. De la suya, de la nuestra.

Lobo Antunes, durante su misión  militar en Angola en 1972.
Lobo Antunes, durante su misión militar en Angola en 1972.DEL LIBRO 'CARTAS DESDE LA GUERRA' (EDITORIAL DEBATE)

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_