Veinte años después
El director de la película Salvador viajó a China este verano por segunda vez después de 20 años. Y el país parecía otro.
¿Motivo del regreso?
Como fui el director de la ceremonia de los Juegos Olímpicos de Barcelona me invitaron a un programa de televisión sobre Pekín 2008. Teníamos tratamiento de jefes de Estado y lo primero que hicieron fue llevarnos a un sastre y hacernos un traje mandarín a medida. Fue muy simpático.
Notaría muchos cambios...
Entonces se veían riadas de bicis que se han arrinconado para dar paso a los coches. De hecho, Pekín está sumido en una constante nube de polución.
Y comunismo y capitalismo, ¿conviven bien?
Totalmente. Es un país con dos sistemas. Para un visitante es difícil de apreciar. Los edificios más grandes de mi vida los he visto allí. Y ríete de nuestros centros comerciales. En los de allí puedes pasarte días. Eso sí, hay que regatear incluso en la tienda más fashion.
¿Se arregló con el inglés?
Si no vas con alguien que hable chino, estás perdido. Hace 20 años nos perdimos en Cantón, y fue imposible saber dónde estábamos. Gracias a una tarjeta del hotel pudimos pedir ayuda para salir de allí.
¿Y la Gran Muralla?
Tuvimos la mala suerte de que el día que la visitamos no pudimos ver nada porque llovió lo que no he visto llover en mi vida. Andábamos a duras penas. De dramático que fue, resultó incluso divertido.
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