Romper la maldición
Este librito, que se presenta como "manifiesto", recorre el camino desde el castigo de Babel (la confusion de lenguas) hasta el premio de Pentecostés (el don de las lenguas, del Espíritu Santo a los apóstoles). Para ello, el autor tiene que partir de una tarea muy difícil: rebatir la ideología lingüística dominante, que opina que lo mejor es la existencia de una sola lengua o, en todo caso, de muy pocas. Las lenguas "mejores" serían las más extendidas, como el inglés o el español, que se presentan como compartidas en igualdad por millones de hablantes (ocultando el hecho de que encierran decenas de variantes, a veces muy lejanas). Las otras serían simples "obstáculos al progreso".
DE BABEL A PENTECOSTÉS. Manifiesto plurilingüista
Juan Carlos Moreno Cabrera
Horsori. Barcelona, 2006
104 páginas. 12 euros
Juan Carlos Moreno (autor también de La dignidad e igualdad de las lenguas, 2000) se declara plurilingüista, es decir, partidario de la existencia de muchas lenguas. Su obra plantea dos cuestiones, íntimamente relacionadas: el respeto a las lenguas llamadas minoritarias, y la propuesta de una convivencia basada en la habilidad para comprender razonablemente una lengua que sin embargo no se puede hablar. Es lo que él llama sesquilingüismo (creación nueva, a partir del latín sesqui, 'medio', para huir de la expresión semilingüismo, que tendría connotaciones negativas).
La propuesta de Moreno Ca-
brera es que en vez de gastar ímprobos esfuerzos en adquirir la comprensión y la producción de una lengua considerada necesaria o prestigiosa (por ejemplo el inglés), y además conseguirlo imperfectamente, éstos se inviertan en adquirir la capacidad de entender tres, cuatro o cinco lenguas del entorno. Dos hablantes con un conocimiento sesquilingüista de la lengua del otro pueden comunicarse muy bien hablando cada uno en la propia. Como hispanohablantes tenemos además una ventaja añadida: el sesquilingüismo se puede aplicar con mucha mayor facilidad a las lenguas de la misma familia, con lo que tenemos muy a nuestro alcance las otras lenguas romances (catalán, francés, gallego, italiano, portugués o rumano).
¿Por qué no se utiliza o se difunde más el sesquilingüismo? ¿Por qué no hay cursos, títulos o diplomas que formen en el dominio puramente pasivo de una lengua, o certifiquen su posesión? La ideología monolingüista desprecia estas posibilidades, y se centra excluyentemente en el dominio "completo" de una lengua, que además suele ser más costoso, en esfuerzos y dinero, que las habilidades pasivas en varias. La Europa comunitaria podría ser un perfecto campo de aplicación del sesquilingüismo, con el consiguiente ahorro, por no hablar del ambiente de acercamiento mutuo y colaboración que crearía esta práctica.
En la España actual el tema de las lenguas está especialmente cargado de tensiones políticas, y sorprendentemente ningún gobierno se preocupa por promover la convivencia lingüística (lo que sentaría las bases para otros tipos de convivencia). Personalmente no entiendo por qué en nuestras escuelas no se enseña sistemáticamente un puñado básico de palabras en cada una de las lenguas cooficiales en el Estado (saludos, despedidas, números, el nombre de alimentos u objetos frecuentes...). Sería un primer paso hacia un futuro que debería formar sistemáticamente en el sesquilingüismo en las lenguas del Estado.
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