La danza de las palabras

Primera muestra individual, de carácter comercial, en nuestro país de Charles Sandison, escocés nacido en 1969, pero residente en la localidad finlandesa de Tampere. Lo que ahora nos presenta en Madrid, obra reciente, muy en su línea, es una especie de videoinstalación, con proyecciones informáticas de letras sobre el espacio de la galería, a la que el artista se acopla, dentro de su forma de trabajo in situ. En el caso concreto de su instalación en la Galería Max Estrella destaca, por una parte, la proyección aleatoria de letras en movimiento, sacadas de la Biblia, que danzan por el lugar produciendo una serie ilimitada de encuentros y desencuentros, que son físicos y semánticos, y, por otra, la proyección en contraluz del desmigajamiento progresivo en miríadas de vocablos extraídos del primer manifiesto comunista de Carlos Marx. Aparte de efecto escenográfico y, por tanto, estético de estas proyecciones, que, en parte, recuerdan las antiguas luminarias teatrales del cielo estrellado, muy del gusto del primer romanticismo ilustrado, es obvio que el conjunto de plantear una reflexión sobre el hombre como un ser habitado por palabras, lo que, con los medios tecnológicos hoy disponibles, permite una sugestiva visualización de esa condición humana descrita, con lacónica melancolía, por Shakespeare, como, en efecto, "palabras, palabras, palabras...".

Desde la técnica aleatoria de la escritura automática de los surrealistas y de los posteriores poetas letristas hasta las series de letras y números de la conceptual alemana Hanna Darboven, se pueden rastrear las fuentes icónicas y metodológicas de Charles Sandison, cuyo versátil sincretismo está muy en sintonía con la creación actual, incluido su novedoso aprovechamiento tecnológico. En este sentido, nos encontramos con una nueva versión del "medio es el mensaje", pero también una recreación muy pop de lo que constituye las ideologías establecidas, que se licúan y se deshacen en su descomposición en infinitas partículas. El resultado es de una eficacia crítica sugestiva y estimulante, aunque sin que por ello no deje de producir simultáneamente el efecto paradójico de lo estéticamente espectacular, pero esto es algo inevitable en un momento artístico como el actual que, cada vez, considero más definible como "manierista".