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Reportaje:

La moda, salvavidas de Mason Ewing

Un camerunés, huérfano y maltratado de niño, debuta en París como estilista

Ayer noche las y los modelos desfilaron por primera vez en público llevando la ropa alegre y cómoda diseñada por Mason Ewing, un recién llegado al mundo de la moda. Estamos en París, capital del sector, cerca del Sena, en un barrio de grandes hangares industriales. Y es ahí donde se realiza el sueño de este franco-camerunés de 24 años, al que sólo la moda y el recuerdo de su madre parecen haber podido salvar de la locura.

"La ropa, el hecho de crearla, el lucirla, el desfilar con ella, su tacto, su color, todo eso lo recuerdo de mamá. Ella era estilista y modelo. Yo iba a todas partes con ella", dice. A todas partes pero sólo hasta los 3 años, edad en que ella, una joven camerunesa de 20 años, bella y elegante, fue asesinada. ¿Cómo es posible que Mason recuerde detalles de cuando era tan pequeño? "Porque hay imágenes que han quedado en mi memoria, pero también porque luego he visto fotos de ella, porque he alimentado esa memoria".

Sus tíos le castigaban poniéndole guindilla en los ojos, y las autoridades francesas creían que mentía

Mason Ewing siguió viviendo en Camerún hasta los seis años, edad en que vinieron a buscarle, para llevarle a Francia, sus tíos. Pero en el nuevo país no tuvo un hogar, sino un infierno. Sus tíos le pegaban. Con el cinturón o con la barra de amasar el pan. Como la piel de Mason es oscura, los golpes o las quemaduras no se distinguían y en la escuela nadie le preguntaba por ellos. Tampoco él hubiese dicho nada. Por miedo. Porque temía las amenazas de sus tíos, Lucien y Jeannette. Ésta, para que el niño deje de orinarse en la cama, le hace dormir en el suelo. Le unta el pene con un picadillo de guindilla. Esa guindilla también sirve para castigarle de otras supuestas maldades, pero entonces se la ponen en los ojos. El escozor es intenso, terrible. Hoy Mason tiene graves problemas de visión debido a ese maltrato.

Escapó varias veces de su casa, pidió ayuda a policías o asistentes sociales, pero éstos, tras escucharle, llamaban a Lucien y Jeannette para que se hiciesen cargo del niño, sin duda fantasioso, exagerado, tal y como corresponde al tópico occidental sobre los africanos. Por fin hubo quien le creyó, la gente del Comité contra el Esclavismo Moderno: una investigación en regla y Lucien y Jeannette fueron detenidos y condenados. A penas ridículas pero suficientes para liberar a Mason Ewing de sus torturadores. Los del comité saben que a menudo los casos acaban así porque es muy difícil probar la mayoría de las cosas. Él cuenta: "Desde entonces soy libre, e intento recuperar la infancia que no he tenido. Pierdo el tiempo viendo programas de televisión para niños, totalmente idiotas. Mis compañeros de clase hablaban de ellas y yo no las había visto nunca".

La decisión de lanzarse al mundo de la moda supone para él algo lógico. "Sé que la belleza existe. Lo he sabido todos esos años. La vi de pequeño y eso me ha ayudado a seguir con vida2. Sus grandes referencias son Jean-Paul Gaultier y, sobre todo, Yves Saint Laurent, pero él, de momento, hace colecciones de ropa deportiva, de una sencillez elegante y cómoda, lejos de la escultura enloquecida de la alta costura. En realidad Mason vuelve a tener tres años al mismo tiempo que tiene 24 y concibe un traje de novia formidable para una madre eternamente joven, que tiene su edad, que podría ser su novia.

"Es un homenaje, es una ropa concebida pensando en ella". Sin duda la hubiera emocionado que esa construcción efímera, de tela e hilo, fuese el flotador que ha permitido s su hijo tener la cabeza fuera del agua y que, incluso ciego de guindilla, haya sobrevivido.

Mason Ewing, diseñador de moda debutante en París, con dos modelos.
Mason Ewing, diseñador de moda debutante en París, con dos modelos.DANIEL MORDZINSKI

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