Descifrar el genoma humano por 800 euros
C omo parte de una campaña intensiva para desarrollar una nueva generación de máquinas que secuencien el ADN a precios enormemente reducidos, los científicos están descifrando un nuevo genoma humano, el de James D. Watson, codescubridor de la estructura del ADN y primer director del proyecto genoma humano, financiado por los National Institutes of Health (NIH) estadounidenses.
Descifrar el genoma de una persona es ahora demasiado caro para ser un procedimiento médico factible. Pero el objetivo que persiguen los NIH y varios fabricantes, incluida la empresa que está descifrando el ADN de Watson, es reducir los costes de descifrar un genoma humano hasta sólo 800 euros. A ese precio, podría valer la pena descifrar el genoma de personas con determinadas afecciones médicas y, algún día, incluso como método ordinario al nacer. El descifrado barato podría llevar la era de la genómica a la consulta médica, pero también plantearía dudas acerca de cómo proteger e interpretar un información tan delicada y de tamaña importancia.
La tecnología, no la medicina, está tras el desarrollo de las nuevas máquinas
Se está descifrando el genoma de Watson, codescubridor de la estructura del ADN
El primer genoma humano, descifrado por un consorcio público de universidades en 2003, costó más de cuatro millones de euros. Según los expertos, con la misma tecnología, dependiente de las máquinas secuenciadoras de ADN fabricadas por Applied Biosystems, un genoma humano podría descifrarse por entre ocho y 11 millones de euros.
Se espera una eficacia mucho mayor de la nueva generación de secuenciadoras de ADN, basadas en tecnologías distintas, altamente miniaturizadas. Una máquina, fabricada por 454 Life Sciences, lleva en el mercado desde marzo de 2005. Otra, fabricada por Solexa, empezará su andadura este verano. Applied Biosystems empezará a comercializar su propia secuenciadora de segunda generación en 2007.
Este verano, en un curso de formación organizado por el Cold Spring Harbor Laboratory de Long Island (EE UU), los investigadores aprendían a usar las máquinas para secuenciar ADN fabricadas por 454 Life Sciences. Con aspecto de híbrido entre lavadora e iPod gigante, cada equipo cuesta unos 400.000 euros, sin contar los programas informáticos necesarios para analizar los resultados.
En el curso, el proyecto era analizar el ADN de un diablo de Tasmania, un marsupial afectado de una misteriosa enfermedad denominada tumor facial del diablo de Tasmania. Los investigadores descubrieron que el genoma estaba cargado con un virus que había integrado su secuencia en el ADN del diablo.
La máquina 454 puede montar pequeños genomas como los de las bacterias, lo que tal vez explique la presencia en el curso de tres científicos del Departamento de Seguridad Interior. Pero el genoma humano es unas 600 veces mayor que el de una bacteria, e incluye muchas secuencias repetitivas que dificultan mucho la solución.
En el curso de Cold Spring Harbor, los investigadores oyeron contar a Watson, director del laboratorio, que 454 Life Sciences le había pedido permiso para secuenciar su genoma con la máquina. Hasta la fecha sólo se han secuenciado dos genomas humanos. El descifrado por el consorcio público era un mosaico de ADN de varias personas anónimas. El rival del consorcio, Celera Genomics, preparó un borrador de secuencia, en su mayor parte formada por el genoma de su ex presidente, J. Craig Venter. Watson explicó a los alumnos que había dado a la empresa permiso para publicar la secuencia de su genoma, "siempre que no divulguen al mundo que tengo alguna enfermedad de la que no quiero enterarme". La información genómica ya puede revelar mucho, y revelará mucho más a medida que se descubra la función de nuevos genes. "Pienso que lo normal sería mantener en secreto la información genética personal", afirma Watson. "Pero he dicho a 454 que puede publicar la mía, aunque indique algo acerca de la de mis hijos".
De momento, 454 Life Sciences no ha publicado el genoma de Watson, y no está claro cuánto ha avanzado la empresa. Christopher K. McLeod, su director general, declara que "técnicamente hemos avanzado mucho en el trabajo", pero, añade, "no deseamos comentar en qué punto nos encontramos". McLeod expresa reservas acerca de la publicación de información genética personal, a pesar de tener el permiso de Watson para hacerlo.
Una razón podría ser que la empresa está desarrollando un modelo más potente de su máquina, capaz de leer fragmentos de ADN con una longitud de 200 o incluso 400 unidades. Esto debería facilitar el descifrado de genomas grandes, como el de los humanos. En la actualidad, la máquina la compran principalmente investigadores y los grandes centros de secuenciación de genoma creados por el consorcio público. Pero ha empezado a resultar prometedora para la práctica clínica, por ejemplo en el análisis de tumores. El detectar qué mutación se ha producido en el tumor de un paciente puede ayudar a escoger la quimioterapia.
Aunque el modelo 454 es la única secuenciadora de ADN de segunda generación existente en el mercado, ahora se le unirá la máquina de Solexa, que costará unos 316.000 euros y funciona con unos principios similares. Y el año próximo Applied Biosystems introducirá su máquina de segunda generación, basada en tecnología desarrollada por George Church, de Harvard, afirma Dennis A. Gilbert, director científico de la empresa. Cada uno de los fabricantes afirma que su tecnología ofrece ventajas especiales.
David Bentley, director científico de Solexa, afirma que la máquina secuenciadora de la empresa ya ha descifrado varios genomas de bacterias y que la empresa tiene previsto secuenciar un genoma humano. En opinión de Bentley, aún falta mucho para que exista una demanda de secuenciaciones completas del genoma, pero no tanto como para que sea demasiado pronto para pensar en las consecuencias que puede tener el generar dicha información. Se muestra partidario de que dos personas controlen el acceso a la secuencia genética de un ser humano: el paciente y el médico.
La tecnología, no la medicina, es la fuerza inmediata que actúa tras el desarrollo de las nuevas máquinas. Se están creando nuevas secuenciadoras porque es posible, no porque los hospitales las demanden. Pero los fabricantes esperan que la demanda crezca a medida que los investigadores encuentren nuevos usos. Ahora los médicos sólo analizan un puñado de genes, y las pruebas específicas para esos genes hacen innecesario descifrar todo el genoma de una persona. Pero en algún momento, las nuevas máquinas o sus sucesoras tal vez conviertan el descifrado del genoma en una prueba médica habitual.
© The New York Times.
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