Por fin cae la inflación
De entre la información sobre la economía española conocida esta semana podríamos destacar el IPC de agosto y las previsiones del FMI contenidas en su Word Economic Outlook. Los precios subieron un 0,2% respecto al mes anterior, casi tres décimas menos que en agosto de 2005, por lo que la tasa de inflación anual se redujo del 4% al 3,7% (véase el gráfico izquierdo). Esta reducción, importante para un solo mes, fue posible por la moderación de los precios de los productos energéticos y por la caída de los del aceite. Aun así, estos dos grupos de productos muestran tasas anuales de inflación muy por encima de la media: un 8,2% en el primer caso, y un 24,1% en el segundo. La inflación de los productos energéticos se explica obviamente por la evolución del precio del petróleo, y la del aceite refleja, en parte, la menor cosecha olivarera de la última campaña y, en otra parte, el poder de mercado que parecen tener algunos productores y distribuidores. El resto de la cesta de bienes y servicios del IPC apenas sufrió variación en sus tasas de inflación anual. La inflación subyacente (véase el gráfico central) disminuyó una décima, hasta el 3%, pero fue debido a que en ella se incluyen los aceites.
Las previsiones de cierre del año, que habían empeorado en los últimos meses, han vuelto a mejorar
En definitiva, poco ha cambiado en las tendencias de fondo de la inflación y, lo que es verdaderamente importante, en el diferencial de inflación con la zona del euro (1,5 puntos porcentuales), aunque la reducción de la tasa anual del IPC total debe considerarse positiva e importante, entre otras cosas porque frena la pérdida de poder adquisitivo de las familias y empresas y porque reduce las perspectivas de inflación de los agentes económicos y, por tanto, el peligro de una espiral inflacionista.
Tras el dato de agosto, que fue algo mejor que lo previsto, y la corrección que está registrando en las últimas semanas el precio del petróleo, las previsiones de cierre del año, que habían empeorado en los últimos meses, han vuelto a mejorar y son similares a las que hacíamos a la altura de mayo (véase el gráfico izquierdo). Para septiembre se espera una caída importante de los precios de la energía, que posibilitaría una reducción de la inflación total al 3,3%, si bien es posible que en los dos últimos meses del año esta tasa repunte ligeramente hasta el entorno del 3,5%. Con ello, la inflación media anual se habría situado en el 3,8%, cuatro décimas más que en 2005. Ya entrados en 2007, se espera una nueva reducción hasta el 3% durante el segundo trimestre, tasa en torno a la cual se estabilizaría en la segunda mitad del año, dando como resultado una media anual del 3,2%. Todo ello parte de las hipótesis de que el precio del petróleo se mantenga en torno a 70 dólares el barril en lo que resta de este año y en torno a 75 el próximo, y de que el euro se aprecie hasta 1,35 dólares a finales de 2007.
En cuanto a las previsiones del FMI, creo que se queda corto en sus estimaciones de crecimiento del PIB (véase el gráfico derecho). Para 2006 nos da un 3,4%, cifra que supone implícitamente una intensa desaceleración en la segunda mitad del año teniendo en cuenta que el crecimiento medio del primer semestre ha sido del 3,7%. Pero esta desaceleración, al menos de momento, no se ve que se esté produciendo. Por eso mismo, también la cifra del 3% para el próximo año parece escasa. Pero, al margen de unas décimas de más o menos crecimiento, deberíamos hacerle caso cuando nos invita a acelerar las reformas para aumentar la productividad y mejorar la competitividad.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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