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Reportaje:

Biquinis bajo la lluvia

Cortés viste de negro a sus bañistas, Tonuca superpone texturas y Hannibal luce sofisticado en la Semana de la Moda

La pasarela del Palau de les Arts no es sólo un escaparate virtual sino una estudiada amplificación de vectores sociológicos de este país. Si con el desfile de Francis Montesinos se daba cita en el patio de butacas todo el mundillo cultural y progresista de Valencia; el show de Álex Vidal convocaba a la esfera gubernativa y a la deportiva. Y es que la moda ha venido a sustituir al pensamiento. O mejor, la moda se ha convertido en la expresión misma del pensamiento contemporáneo. Se acabaron los partidos, llegan los diseñadores. Se finiquitan las ideologías, surgen las tendencias y las colecciones. Se destierran los mítines y brotan las pasarelas. La cultura del pelotazo da paso a la de coge la franquicia y echa a correr.

Montesinos convocó a la progresía y Vidal, a los gobernantes. La moda expresa ideología

La jornada electoral de ayer comenzó con un intento de vertebración de este país. Los alicantinos Ana María y Martín Pérez Ripoll presentaron sus propuestas estivales ante un auditorio semivacío y poco entregado. Y eso que la mañana salió soleada. Prendas cómodas, frescas, estivales y muy previsibles. Materiales naturales, bambulas, algodones, sedas y muy predecibles.

Ya por la tarde, soplaron aires más contemporáneos. Tonuca llenó la pasarela con un desfile muy orgánico y más tonuca que nunca, añadiendo a sus raíces más variedad cromática. Su verano de 2007 será con prendas superpuestas, volúmenes reprimidos, recogidos hacia dentro y una silueta que contrasta con formas que desdibujan el cuerpo, y sobre todo, al patrón complejísimo de cortes, con texturas en batista, popelín y punto arrugado que desde hace tiempo ha hecho las forjas de su estilo.

Muy creativa, muy capaz, y un pelín minimalista, Tonuca tiene un potencial transformador. El movimiento y la danza inspiran sus últimos trabajos. Una fuente de transformación de siluetas y prendas que abarca con su mirada a los complementos.

A continuación, en las perchas de Jaime Piquer, un derroche de búsquedas orientalistas donde imperaban el negro y el blanco, con pequeños toques de rojo. El diseñador alicantino mostró una simplista revisión de las décadas de los años 10 y 20, con siluetas muy lineales y sencillas.

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Las previsiones del sector crítico de la PIV (Asociación de Prêt-à-porter) apunto estuvieron de cumplirse. El voladizo del Palau de las Arts no es el sitio adecuado para una pasarela de moda. Con bastante retraso y con unas condiciones meteorológicas muy desfavorables, Dolores Cortés presentó su colección de trajes de baño. La modelo Martina Klein abrió un desfile contundente y muy minimalista. Cortés fue de lo rompedor sin ser transgresor a lo más comercial. Una línea en la que el negro marcó la pauta conformando juegos de texturas, luces y sombras. Los tejidos ligeros resbalan con el movimiento y las líneas fluidas configuran siluetas amplias de volúmenes abullonados con el talle bien definido con cinturones y anudados.

El diseñador venezolano-alicantino Hannibal Laguna cerró esta jornada con su colección Moon. Piezas de costura con sofisticados matices donde la plata, el negro y el azul lunar se combinan entre sí originando un efecto glasé. La sofisticación es uno de sus rasgos básicos. Y el artificio. Su ropa es lo más opuesto al arte del haiku. Unas prendas que tratan de las desilusiones, espejismos, artificialidades, bellezas exageradas, afeminizaciones ambiguas, con el único objetivo de alcanzar un insidioso canon estético impuesto por la elegancia y la opulencia. Por último, Álex Vidal aportó su granito de arena al discurso oficial y afirmó al dar un premio que "la moda ha traído el agua que Valencia necesitaba".

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