El Madrid aún no tiene remedio
Espantoso en defensa, sin ideas y sin ataque, el equipo de Capello se libra de una zurra histórica en Lyón
A un equipo que se defiende de forma espantosa, que repudia la pelota en el centro del campo, que prescinde de los extremos y que no remata una sola vez en una hora, aunque sea en dirección al río, es lógico que no le alcance con el portero. Así le ocurrió al Real Madrid, calamitoso de principio a fin, al que sólo Casillas y una misteriosa protección santoral le evitaron una zurra histórica, sobre todo en el primer tramo. Ausente en ataque, raquítico en el medio y parvulario en defensa, el equipo de Capello fue un muñeco a los pies del Lyon, que ni siquiera necesitó exprimirse más de la cuenta. Le bastó una sencilla faena de aliño para descuartizar a su rival y martirizar a Casillas, que no tuvo respiro. Casillas, pese a su mala salida en el primer gol, de nuevo como sostén; es decir, el reciente Madrid, pero sin Ronaldo. A peor, a menos que Capello lo remedie en esos 50 días que ha pedido de margen. Vista la aptitud del Madrid en Lyón, parece un plazo demasiado optimista, incluso para el reputadísimo técnico italiano.
LYON 2 - REAL MADRID 0
Olympique Lyon: Coupet; Reveillere, Cris, Muller, Abidal; Toulalan, Tiago, Juninho (Kallstrom,
m. 72), Govou (Clerc, m .82); Fred (Wiltord, m. 77) my Malouda. No utilizados: Vercoutre; Alou Diarra, Benzema y Squillaci.
Real Madrid: Casillas; Cicinho, Sergio Ramos, Cannavaro, Roberto Carlos; Diarra, Emerson, Beckham (Guti, m. 54); Raúl (Robinho, m. 68); Cassano (Reyes, m. 46) y Van Nistelrooy. No utilizados: Diego López; Raúl Bravo, Mejía y Javi García.
Goles: 1-0. M. 11. Cannavaro no llega a un balón aéreo, Fred se escapa en solitario y de vaselina bate a Casilla. 2-0. M. 31. Tiago marca a pase, dentro del área, de Govou.
Árbitro: Wolfgang Stark (Alemania). Amonestó a Sergio Ramos, Roberto Carlos, Reveillere, Cannavaro y Diarra.
Unos 40.000 espectadores: lleno en el estadio Gerland de Lyón.
Pálido y sin chispa, se dejó ir hasta el final, aliviado por la decisión local de rebajar el partido
Sabido que para Capello las sutilezas son secundarias, se da por seguro que sus equipos están blindados, que se mueven como pocos a base de levantar trincheras por el césped. Pues, a estas alturas, este Madrid ni siquiera en defensa es capellista. Tan patética resultó su armadura, que en Francia ni Cannavaro fue Cannavaro; más bien su guiñol. De entre el repertorio de pifias cabe destacar, por ejemplo, el primer gol. Dos medios exclusivamente esculpidos para cortocircuitar al contrario -Emerson y Diarra- consintieron complacidos que Juninho, la perla del Lyon, en una posición centrada y clavado en la línea central del campo, armara el botín derecho para enviar un pase directo a Fred. Cannavaro, que estaba por delante del brasileño, no por detrás como está subrayado en los manuales de bolsillo, vio aterrizar la pelota por su coronilla y del resto se encargó Fred. El central italiano no fue el único en desafinar: Govou le hizo varios nudos a Roberto Carlos, Malouda la tomó con Cicinho y entre todos dieron la noche a Sergio Ramos.
A los defensas en nada ayudó el desatino de Emerson y Diarra, llegados precisamente para escoltar a la retaguardia. Ellos son los catalizadores del ideario de Capello, más proclive a los fogoneros que a los ilustrados. Ninguno de los dos tiene condiciones para coser el juego, para hacer que la pelota circule en la dirección adecuada, por lo que todo deriva en Beckham, que, toque o no toque, descarga una rosca tras otra. Y ahí se acaba la partitura madridista, porque no hay más centrocampistas puros.
Raúl y Cassano se alternan como señuelos por la izquierda y socios esporádicos de Van Nistelrooy. Y como ya ocurriera el pasado domingo ante el Levante, a Capello no le agrada. En Lyón de nuevo sustituyó a Raúl y Cassano. Pudo relevar a cualquiera menos a Casillas, pero ya se sabe que el italiano no negocia con el batallón, así que dio carrete hasta el final a los cuatro defensas y a sus dos halterófilos centrocampistas.
El Madrid tampoco mejoró con la receta de Reyes y Robinho. En realidad su único remedio lo tenía el Lyon. Para suerte del equipo español, el conjunto de Houllier se hartó de dar pelotazos a Casillas y, tras un primer tiempo en el que atropelló a su rival, decidió ahorrar energías. Se retiró Juninho y se le apagaron las luces, pero el Madrid no dio señales de vida, más allá de un par de remates de Van Nistelrooy. Un hecho extraordinario después de que en todo el primer periodo ningún madridista se apuntara un solo remate entre los postes de Coupet.
Relajado el Lyon, el Madrid fue incapaz de meter una marcha nueva al partido, de remangarse al menos. Pálido y sin chispa se dejó ir hasta el final, aliviado sin duda por la decisión local de rebajar el partido cuando a este le restaba aún media hora. Sólo así el Madrid pudo maquillar el resultado. Más llevadero que el 3-0 del año pasado en la misma plaza, aunque su huella fue la misma.
Capello tiene tajo por delante. Para su alivio, será difícil que el Madrid lo haga peor, y a principio de curso todo puede tener solución. Para su desvelo, resulta extraño que un equipo bajo su mandato se defienda tan mal. Cierto que no tendrá de inmediato contrarios tan exigentes como el Lyon, pero incluso en exámenes de alto rango el Madrid ya debería dar algunas señas positivas.
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