Por amor al arte

¿Qué tiene que ver Rudolf Giuliani, el superalcalde del 11-S, con Tita Cervera, la baronesa Thyssen? En principio, nada. Pero algún hilo quedó flotando entre ellos al apagar la televisión en la madrugada del domingo. No sé por qué se emitió precisamente en ese momento -en medio de la programación del 11-S en todos los canales- el reportaje Carmen Thyssen, al desnudo (Antena 3). Una hora en la que se recorría palmo a palmo los orígenes, la ascensión, matrimonios, ruinas, engaños, recuperación, fortuna y transformación de Tita Cervera en la baronesa Carmen Thyssen-Bornemisza. El documental tenía ese tono ambiguo de las revistas de papel cuché: un cuidado equilibrio entre la cortesía hacia el personaje y la revelación de asuntos íntimos, ridículos y hasta escabrosos en un tono aparentemente objetivo. Por un momento sospeché que el pretexto de todo era mostrar las escenas de desnudo kitsch de la entonces despechada y arruinada Tita en El primer divorcio, de Mariano Ozores, en plena época del destape. Pero al seguir viendo creí percibir una segunda intención. El énfasis en el rechazo de la aristocracia hacia esta "advenediza" de oscuro pasado. (Jaime Peñafiel llega a decir que su empeño en traer la colección Thyssen a España fue "la oportunidad para lavar su imagen"). Su baño de multitudes en defensa de los árboles del paseo del Prado. La forma en que ejerce su poder sobre la valiosa colección de arte y a través de ella...

Inmediatamente después se emitió una biopic de Rudolf Giuliani. Su determinante actuación durante el 11-S entremezclada con su ascenso al poder e intimidades de su vida privada. Lo presentaron como "el posible sucesor en la Casa Blanca". Un filme a mayor gloria de este héroe político, ambicioso y contradictorio.

Será una suspicacia sin sentido. Una conexión improbable en una noche de insomnio. Pero sigo oyendo un clic entre ambas emisiones. Demasiada atención a un personaje no es algo gratuito. Y es que casi nada se hace por amor al arte.