Rechazos

Elegidos (La Sexta) combina el documental, la denuncia, el testimonio y un transversal sensacionalismo de investigación. La entrega del viernes trató de los incendios forestales, sus causas y sus secuelas. Por el plató desfilaron supervivientes (la categoría de superviviente gana puntos en la cruel jerarquía televisiva si se es el único superviviente) y expertos en incendios (que analizaron los trágicos peligros de las llamadas "explosiones de monte"). El moderador es Juan Ramón Lucas, que despliega una respetuosa seriedad parecida a la de Paco Lobatón en ¿Quién sabe dónde? Lucas no se excede nunca en el tono, hace preguntas pensando en la audiencia, actúa con el énfasis justo para parecer indentificado con los temas que trata, enfatiza su empatía con los débiles pero, de repente, te arrea una pregunta que, por brutal, desconcierta, como cuando le preguntó a un superviviente del retén de bomberos de La Alcarria: "¿Los viste morir?". Las buenas intenciones del formato, además, quedan manchadas por una reconstrucción dramatizada de la tragedia en la que participan los protagonistas y que, en lugar de aportar credibilidad al relato, produce rechazo.

El rechazo no es un tema banal en televisión. Me cuentan que los responsables de la versión veraniega de Aquí hay tomate (Tele 5) descubrieron, analizando el minuto a minuto, que sus presentadores suplentes (Cristina Sala y Víctor Sandoval) producían cierto rechazo en la audiencia. Para contrarrestar esta tendencia, y con la urgencia habitual, decidieron alargar los vídeos y reducir así su presencia en pantalla. Al volver de sus vacaciones, los presentadores titulares (Carmen Alcayde y Jorge Javier Vázquez) se han encontrado con una estructura de programa en la que el presentador tiene un papel testimonial y eso ha provocado visibles cabreos. Al final, la canción de los ochenta que profetizaba que el vídeo se cargaría a los disc jockey se equivocaba: los que están amenazados por el vídeo, tomatero en este caso, son los presentadores.