La primera dama en el parqué de París
Patricia Russo toma posesión esta semanacomo consejera delegada de Alcatel-Lucent, donde se dispone a eliminar 8.800 empleos
Dirigirá el nuevo grupo surgido de la fusión de Alcatel y el fabricante de equipos de telecomunicaciones Lucent. Y la estadounidense será la primera mujer a la cabeza de una empresa que cotiza en el CAC-40 (índice principal de la Bolsa de París). El apretón de manos es franco, la mirada expresiva, el peinado a lo Dallas impecable, el tipo esbelto: Patricia Russo llama de entrada a su interlocutor por su nombre. A la anglosajona. Si fuera unos meses después, la cita habría podido desarrollarse en francés. Pat lo aprendió cuando era estudiante. Prometido, se aplicará a fondo en cuanto se instale en París.
A sus 54 años, la actual presidenta del fabricante de equipos de telecomunicaciones estadounidense Lucent, se dispone a situarse a la cabeza de este nuevo grupo (88.000 empleados) surgido de la fusión de Alcatel y Lucent. Ha hecho falta una estadounidense para que por fin, en Francia, una mujer dirija una empresa que cotiza en el CAC-40. Será el empresario mejor pagado del lugar. En 2005 ganó 8,4 millones de dólares (sueldo más bonus).
"Siempre he pensado que podía competir con los hombres; me gusta ganar"
Algunos dicen que está algo estresada ante la idea de abordar la cultura francesa, un mundo de negocios considerado extremadamente político en opinión de los estadounidenses. "Conoce a pocos empresarios franceses, no conoce los códigos, y todo eso la angustia un poco", explican en Alcatel. Russo prefiere lanzarse a un discurso formal: su orgullo por presidir un grupo que servirá mejor a sus clientes y que aportará valor a sus accionistas.
Intentamos dirigir la conversación hacia la dificultad de ser una mujer en el mundo de los negocios. "Hay más que cuando yo empecé a trabajar y hay más oportunidades que en el pasado", admite. "Oculta el hecho de ser una mujer, aunque lo es hasta la médula", afirma Serge Tchuruk, presidente de Alcatel.
"Es seductora, pero en absoluto conquistadora", asegura Laurent Lafarge, ex presidente de Lucent Francia. En todo caso, no deja a los empresarios indiferentes. Todos alaban su integridad intelectual, su profesionalidad y sobre todo... su feminidad.
Sin embargo, Russo reconoce que sus comienzos no fueron fáciles. Después de estudiar Historia y Ciencias Políticas en la Universidad de Georgetown (Washington), la joven Pat fue contratada en IBM, en el servicio de ventas y marketing. Era a principios de los años setenta, y las mujeres se echaban a la calle para tener los mismos derechos que los hombres. Pat Russo estaba sobre el terreno. Ella, la primera mujer de IBM en ocupar un puesto semejante, intentaba vender ordenadores a los hombres con un traje de franela gris. "Algunos clientes no querían recibirme porque era mujer", recuerda. Se necesitaba algo más para desanimarla.
Fue también la primera mujer que dirigió una unidad del operador de telecomunicaciones AT&T, donde pasó 19 años. En la última clasificación de la revista Forbes de las 100 mujeres más poderosas del mundo, en la que hizo su entrada en 1998, Pat Russo ocupa el 25º puesto, por delante de Michèle Alliot-Marie, ministra de Defensa (57º), pero por detrás de Anne Lauvergeon (8º), la presidenta de Areva.
Su padre era un físico de origen italiano; su madre, medio holandesa medio alemana, tuvo siete hijos en nueve años, entre ellos cuatro chicos. Ella era la segunda. "Siempre he pensado que podía competir con los hombres", dice. "Me gusta la competición, me gusta ganar".
La muerte de su padre cuando ella era aún muy joven y el hecho de tener dos hermanos gemelos discapacitados le enseñaron a ser independiente y desenvuelta, las responsabilidades, pero también la compasión.
De sus orígenes italianos, además de la cocina, conserva un optimismo a toda prueba. Su credo puede parecer algo ingenuo: "Me levanto por la mañana y me digo: ¡qué bien que estoy viva!". Sus hermanos, pero también el deporte, que practica desde muy joven con sus vecinos, la han preparado para codearse con el género masculino. Antes de practicar el golf -tiene un handicap 14- fue jugadora de baloncesto, de hockey sobre hierba e incluso futbolista. Con su cintura de avispa y sus trajes de chaqueta de marca, cuesta creerlo. Y también, que es adicta al chocolate.
El deporte también le ha permitido cultivar el trabajo en equipo: "Es alguien que se toma la molestia de escucharte y analizar las cosas antes de actuar", afirma Lafarge. Ella misma considera que "no puede haber éxito individual". Pero "pone rápidamente una frontera entre ella y los demás, aunque a veces se deja llevar por grandes momentos de alegría", subraya un antiguo compañero de Lucent.
La revista Forbes la apodó kamikaze cuando reestructuró Lucent. En 2000 decidió abandonar el grupo después de un desacuerdo sobre la estrategia agresiva de adquisiciones y crecimiento del volumen de negocios que llevaba Rich McGinn, entonces director general. Después de nueve meses en Kodak aceptó volver en 2002. Pero con sus condiciones. Suprimió decenas de miles de empleos, abandonó ciertas actividades y volvió a encauzar el grupo.
"Todos los empresarios tienen que tomar a veces decisiones difíciles", dice. "Yo creo que las he tomado con justicia, equilibrio y atención". En Alcatel se dispone también a suprimir unos 8.800 puestos.
En Estados Unidos a menudo se la compara, Carly Fiorina, ex presidenta de Hewlett Packard. Casi la misma edad y el mismo recorrido en AT&T, y luego en Lucent. La comparación podría terminar ahí. "En las jóvenes esperanzas de Davos hay diferentes categorías. Están las que intentan tener una dimensión humana e industrial y las que navegan con los ojos cerrados". Russo "forma parte de la primera", replica el presidente del grupo de comunicación. Los empleados de Alcatel sólo piden que se confirme.
© Le Monde.
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