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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Calle de la Asecnirp

Ayer descubrí una nueva calle con un nombre muy raro: calle de la Asecnirp. Abrí el fiel Google, pulsé la ventanilla "voy a tener suerte", pero no la tuve. Por calle de Asecnirp no venía nada. El buscador se apiadó de mí y me sugirió: "Usted quiso decir calle de la Princesa". Pues no, no quería decir esa calle de mi ciudad, que conocía bien. Es cierto que la de Asecnirp mantenía con la de Princesa un parecido sorprendente en algunas cosas, pero en otras no tenía nada que ver. Para empezar, la vieja calle de mi ciudad procedía con determinación de la Via Laietana hacia la calle del Comerç, e incluso más allá hasta el paseo de Picasso, aunque yo siempre había pensado que esa otra princesa entre Comerç y Picasso nada tenía que ver con la auténtica, Elisabet de Borbón y Borbón (Madrid 1831-1931), pues dos tramos de calles tan diferentes -estrecho, desarbolado y muy transitado el que va de Via Laietana a Comerç; señorial, arbolado y extrañamente solitario el siguiente- no podían referirse a la misma hija de la nobleza. Pues bien, la princesa situada entre Comerç y Picasso seguía allí, intacta, perfectamente reconocible, mientras que la otra princesa, la borbónica, hija de Isabel II, había desaparecido y su lugar había sido ocupado por una tal princesa Asecnirp, de la que Google no me ofrecía ningún detalle, pero que discurría de la calle del Comerç hacia la Via Laietana con la misma determinación con que la hermana del Alfonso XII lo hacía antes en sentido contrario. Pensé entonces que las direcciones imprimen carácter a las calles, vienen a ser como su ADN intransferible. ¿Alguien en su sano juicio podría imaginar a Aragó arrancando del parque del Escorxador para lanzarse alocadamente en pos de la Meridiana? ¿O a Muntaner compitiendo con Aribau en una descerebrada subida hacia el Tibidabo? Entonces, tampoco la princesa Asecnirp podía mantener lazo de sangre alguno con la Princesa de Asturias de toda la vida. Es cierto que, al igual que esta última, Asencrip discurre junto a la plaza de La Puntual, raro caso de plaza que toma nombre de un comercio de ficción, el establecimiento del senyor Esteve en la inmortal obra de Santiago Rusiñol, que nació en el número 37 de la desaparecida calle de la Princesa. En el número equivalente de la calle de Asecnirp hay también una placa que recuerda al escritor, pero no hay que fiarse, las suplantaciones están hoy al orden del día. El asfaltado de Asecnirp es fresco y sonorreductor, como se dice ahora, nada que ver con el de la antigua Princesa, como también tienen poco en común con las antiguas las nuevas aceras en piedra clara, especialmente las del lado montaña, que a tramos alcanzan una sorprendente anchura de cuatro metros, lo cual habilita el paso a todo tipo de carritos y sillas de ruedas, aunque a la altura de Pou de la Cadena unas jardineras con palmas y unos sillones de madera de teca y hierro colado reduzcan considerablemente el espacio hábil. Pero ya digo, eso ocurre a tramos, porque en otros la acera de montaña se estrecha hasta poco más de dos metros para permitir el estacionamiento de vehículos, y entoces vuelve a parecerse saduceamente a la acera de la calle de la Princesa de antes, tan raquítica la pobre, digo la acera, no la Princesa. Es cierto también que algunos comercios de Asecnirp pueden inducir a error, pues se parecen enormemente a los de antes, como los Torrons La Campana, casa fundada en 1890, o la pastelería Brunells, especializada en Roques de Montserrat, una especie de merengues exhibidos en el escaparate formando la Santa Cova con la Moreneta dentro, junto a pasteles cuatribarrados de la Diada. Pero hay otros comercios que delatan claramente los orígenes asiáticos de Asecnirp, como la bisutería asiática Kalipor, el Puente China-España, dedicado a la importación y exportación, los bazares Koshi y Sawonak, la venta al por mayor Dhanlaks, o el comercio Jin Yih. Más allá, la calle de Asecnirp emprende un suave ascenso hacia una avenida que se parece como una gota de agua a la Via Laietana, con el Hotel Suizo de frente, fácilmente identificable por el escudo de navaja multiusos en el rótulo. Y a mano izquierda queda el aparcamiento del edificio Nervión, fácilmente confundible con el de Princesa, famoso en su día por tener uno de los accesos más difíciles de toda Barcelona. El de ahora todavía va a ser más complicado de enfilar, pues obliga a los vehículos a realizar un giro a la izquierda que requerirá habilidades de conducción de gincana.

Así pues, creo estar en condiciones de concluir que la princesa Asecnirp es una nueva Sherezade que se ha instalado en el centro de la ciudad para explicarnos conmovedoras historias lejanas. Como buena fabuladora que es, a veces se divierte haciéndose pasar por una antigua infanta borbónica que dio nombre a una calle barcelonesa abierta en 1853 y que siempre procedió en dirección de Via Laietana hacia la calle del Comerç. Pero la inversión de rumbo ha dejado al descubierto su verdadera identidad. En cuanto a Google, no siempre se puede ganar, amigo.

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