Una exposición recorre la expresiva trayectoria artística de Rafael Lafuente

La trayectoria pictórica de Rafael Lafuente (Vitoria, 1936-2005) ha supuesto en el último medio siglo en la capital alavesa una especie de faro al que acudían sucesivas generaciones de artistas cuando en su trayecto hallaban algún obstáculo. A Lafuente siempre se le reconoció como referente indudable para la plástica alavesa, tanto en su estudio como en las clases en la Escuela de Artes y Oficios. Una exposición revisa ahora su obra y sirve también de homenaje de sus discípulos a un pintor reconocido por su capacidad expresiva.

La apuesta de Lafuente siempre vinculó la pintura con la investigación. "Llevó hasta sus últimas consecuencias estos planteamientos", recordaba ayer el comisario de la muestra, José María Solitario. "Desde que era joven se opuso a una pintura, la de su época en aquella España de los 50, que consideraba aburrida", añadió quien ha montado esta retrospectiva en compañía de Miguel González de San Román.

Ese afán de ruptura de quien desde el principio se caracterizó por su capacidad para el color y una mano firme recibió el varapalo de la crítica en su primera exposición, en 1958. "Entonces decidió retirarse a trabajar en silencio, pero su afán rompedor se mantuvo en sus clases de la Escuela de Artes y Oficios, como cuando en sus clases de dibujo introdujo modelos femeninos desnudas, con el consiguiente escándalo de la Vitoria de fines de los sesenta", añadió Solitario.

La muestra se ha dividido en cinco secciones. Integran la primera, titulada Trayectoria en el tiempo, trabajos de gran magnitud, que recogen la trayectoria del autor, siempre expresionista, desde la figuración hasta la abstracción geométrica o el expresionismo abstracto. El comienzo de este apartado, con el poderoso Oveja muerta. Homenaje al pastor vasco, ya es un aviso de la energía que destilan las obras en gran formato de Lafuente.

Geometría y color atiende el periodo más conocido del artista, caracterizado por la armonía geométrica y el equilibrio cromático, sin lugar para el azar. Veinte años disciplinado, entre 1975 y 1995, que se rompen con Espacio y color, una serie de piezas en las que se quiebra esa armonía y se descubre un placer por la pintura hasta entonces contenido.

La cuarta sección está dedicada a las últimas pinturas. Si había pasado de convertir la figura en signo y el signo en una línea, tal y como explicó ayer José María Solitario, en esta última etapa Lafuente se adentra en la investigación de la materia, de las texturas, grandes masas de color en relieve que no se habían presentado en público hasta ahora. La muestra se cierra con un conjunto de acuarelas sobre papel, sin enmarcar, que reflejan la libertad total con la que pintó el artista fallecido el año pasado.

Rafael Lafuente. Línea, color, espacio. Sala de la Fundación Caja Vital. Postas, 13-15; Vitoria. Hasta el 12 de octubre. Lunes a sábado: de 18.30 a 21.00. Domingos y festivos: de 12.00 a 14.00 y de 18.30 a 21.00.