Diputados, sindicalistas y militantes elegirán al líder
El proceso de elección de un nuevo líder, una vez que Tony Blair haya presentado su dimisión, puede durar entre seis y ocho semanas. En la elección podrían participar hasta un millón de personas, según las estimaciones del diario The Guardian.
Mientras en el Partido Conservador los miembros del grupo parlamentario tienen un papel decisivo en la elección de su líder, en el caso de los laboristas los votos se reparten en tres grupos: un tercio en representación de los parlamentarios; otro tercio a cargo de los 200.000 militantes, y otro para los afiliados a los sindicatos, que se estiman en 800.000.
Se puede presentar a la carrera por el liderazgo cualquier diputado que tenga el aval del 12,5% del grupo parlamentario, que en estos momentos supone el apoyo de 44 diputados. A menos que el consejo ejecutivo nacional especifique lo contrario, un diputado puede apoyar a varios candidatos al mismo tiempo, lo que facilita la posibilidad de que pueda haber varios candidatos.
Si en la primera vuelta ningún diputado obtiene la mayoría absoluta de los votos, los del último clasificado se reparten entre los demás. Pero eso es algo que nadie recuerda que haya ocurrido jamás. Tanto Neil Kinnock, como John Smith y Tony Blair, los tres últimos líderes, obtuvieron más del 50% de los votos.
Todo indica que ése será el caso de Gordon Brown, salvo que de aquí a entonces ocurra una batalla campal que divida decisivamente al Partido Laborista. Pero no parece que vaya a ser ése el caso. El blairista David Miliband, que aspira a ser el próximo vicelíder y que tiene madera de primer ministro a largo plazo, afirma que el partido cerrará filas detrás de Brown cuando Blair deje el poder.
La izquierda laborista teme que ese cierre de filas, cuyo objetivo sería subrayar la unidad laborista a pesar de la actual pelea de gallos, llegue hasta el extremo de que la sucesión se resuelva mediante la llamada coronación: que sólo haya un candidato y no haga falta votarlo.
Para evitar ese peligro y para provocar "un debate sobre el futuro del laborismo", el izquierdista John McDonnell anunció ayer que optará al liderazgo. Los blairistas John Reid y Alan Jonson podrían también retar a Brown, bien por razones tácticas, bien porque el cisma entre Brown y Blair sea infinito en el momento de la sucesión.
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