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Crónica:Fútbol | Fase clasificatoria para la Eurocopa 2008
Crónica
Texto informativo con interpretación

Fracaso total

España paga su debilidad defensiva y pierde de forma lamentable ante la limitada Irlanda del Norte

España sacó a pasear en Belfast todos los defectos del Mundial y muy pocas de sus virtudes. Es un equipo deprimido que juega con la tristeza de su entrenador, Luis Aragonés. Es un conjunto blandísimo que concede muchas ocasiones de gol. Ni siquiera le exige al rival que las fabrique. Basta con un pelotazo al área para que la zaga se ponga a temblar. Es decir, basta que Irlanda del Norte ponga en marcha su única jugada. Como se vio en el gol del primer empate, en el que colaboró Alonso con un grave error: trató de pasar con la cabeza el balón a Casillas sin advertir que, entre medias, estaba Healey, que aprovechó el regalo. O ni siquiera eso. Al desastre defensivo se unió Casillas con una salida en falso al borde del área a una pelota área que desperdició Lafferty. Los defensas españoles fracasaron estrepitosamente. También en el segundo tanto local, en el que nadie siguió a Healy. O en el tercero, en el que cerró mal Salgado. Los centrales no dominaron el juego aéreo pese a que lo habían ensayado. Pablo sufrió muchísimo cuando los delanteros le sacaban a la banda. Y Puyol trató de responder a la agresividad norirlandesa con la misma moneda. Era una batalla perdida. Y supuso entrar en el juego de los británicos, que trataban de intimidar con los codos y los tacos ante la complacencia del árbitro.

IRLANDA DEL NORTE 3 - ESPAÑA 2

Irlanda del Norte: Carroll (Taylor, m. 12); Duff Hughes, Craigan, Evans; Gillespie, Clingham, Davis, Baird; Healy (Feeney, m. 84) y Lafferty (Quinn, m. 53).

España: Casillas; S. Ramos (M. Salgado, m. 46), Pablo, Puyol, A. López; Alonso, Albelda (Cesc, m. 28); Xavi, Raúl; Torres (L. García, m. 62) y Villa.

Goles: 0-1. M. 14. Xavi, a envío de Antonio López. 1-1. M. 20. Healy. 1-2. M. 52. Villa, a pase de Cesc. 2-2. M. 64. Healy. 3-2. M. 79 Healy.

Árbitro: Frank de Bleeckere (Bélgica). Amonestó a A. López, Puyol y Duff.

Unos 20.000 espectadores en Windsor Park. Xavi marcó el gol número 1.000 de la selección.

Al trigoleador Healy le vale la estrategia más conocida: desmarcarse hacia su portería
Basta con un pelotazo al área, la única jugada del rival, para que la zaga se ponga a temblar

Pero España lo sabía. Lo anunciaron los norirlandeses hasta por megafonía: "Seremos duros hasta lo que nos permita el árbitro". A los centrocampistas españoles les costó enlazar con los delanteros. Villa, pegado a la izquierda por ocurrencia de Luis, apenas entró en juego. Y Torres libró la guerra por su cuenta. Con carreras en solitario entre un mar de rivales que acababan cazándolo. Caminos sin salida. La lesión de Albelda y la entrada de Cesc acentuaron el perfil. Pero seguía habiendo sólo una banda en el ataque. La de Antonio López, que dio el primer gol a Xavi. La otra no existe. Ramos puede llegar a ser un excelente central, pero difícilmente un buen lateral derecho. Regatea mal, centra peor y se enreda casi siempre. Así lo advirtió Luis en el descanso. Le mandó a la ducha. Entró Salgado, más limitado seguramente, pero que conoce mejor su oficio.

Suspiros de admiración salieron de los periodistas locales cuando Raúl practicó un control convertido en pase al primer toque que parecía sencillo. En efecto, la técnica es muy valorada por estas tierras en las que carecen de ella. El legendario Best ha sido un oasis. Poco después, Antonio López, que el día anterior había estado ensayando centros de rabona con su pierna derecha pese a ser zurdo, no necesitó rizar tanto el rizo. Simplemente, regateó a Gillespie en el extremo, se acomodó la pelota a la derecha y centró al segundo palo. Allí llegó Xavi para empalmar. De manera impecable por cómo colocó el cuerpo y pegó a la pelota. Digno gol para una cifra redonda: los 1.000 tantos de la selección. Precisamente, Xavi, el más entusiasta defensor de ese estilo y de esta generación. La suya, campeona del mundo juvenil en Nigeria 99.

Bien, Xavi parecía dispuesto a liderar el partido y marcar las distancias técnicas. Pero no pudo. Poco después España se practicó el harakiri. Permitió que Irlanda del Norte sacara lustre al balonazo a seguir de su portero. Falló Alonso. Curiosamente, él, que quería vengarse de la derrota que sufrió su padre, Periko, 24 años atrás en el Mundial de España 82 en Valencia. Machaconamente repetido estos días en Belfast, el gol de entonces de Armstrong a Arkonada representa uno de los pocos mitos norirlandeses. No tiene muchas más cosas de las que presumir. Aquel tanto, que clasificó por primera vez a los británicos para la segunda ronda, marcó un punto de decadencia difícil de superar en la selección española. Los norirlandeses se habían pasado el día tomando el sol en la piscina y atiborrándose de cerveza. A los españoles se los comió la presión.

La tiranía del extremo izquierdo no es para Villa, goleador de instinto afiladísimo que necesita moverse a su aire. Un poco por aquí, un poco por allá, más delante o más detrás. El asturiano obtuvo la libertad condicional tras el descanso y tardó en aprovecharla apenas unos minutos. Pifió primero un disparo, se rehizo, buscó entrar por el centro, el rechace le favoreció a Cesc y fue una bendición para España. Para entonces, Villa ya le había marcado el desmarque a Cesc, que encontró un agujero entre una maraña de piernas. Por ahí se coló Villa para marcar. Su octavo gol en 15 partidos con la roja.

El choque estaba cargado de simbolismos y marcó Healy, el mismo que anotó el curso pasado para ganar a Inglaterra después de 78 años. El delantero del Leeds, por cierto, le dio el primer tanto en la historia a su selección ante la española en territorio norirlandés. Y no marcó una vez, sino tres. La segunda, en otro fallo gigantesco de la zaga. En la jugada de estrategia más conocida de la era moderna: el centro raso desde el extremo que remata el delantero tras haberse desmarcado hacia su propia portería. Era Healey, sí; otra vez Healy. Pero nadie, ningún defensa español, advirtió la maniobra que desde arriba, desde la grada, se apreció con nitidez desde el principio. Sólo era el inicio del fracaso absoluto de España y el posible adiós de Luis a la selección.

El banquillo español, con Luis al fondo, desolado por lo sucedido en Belfast.
El banquillo español, con Luis al fondo, desolado por lo sucedido en Belfast.EFE

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