Un paseo fluvial por el Ebro
La Generalitat ampliará el tramo navegable del río para fomentar la actividad turística
Poco queda hoy en el Ebro que recuerde épocas pasadas, cuando el río era una autopista por donde pasaban todo tipo de mercancías. Los embalses y las hidroeléctricas terminaron, a mediados del siglo XX, con este universo en las comarcas del Ebro, aunque la apertura de un canal navegable de 90 kilómetros desde la desembocadura hasta Móra d'Ebre (Ribera d'Ebre) en 1999 recuperó los viajes fluviales únicamente con fines turísticos. La Generalitat, a través del Instituto para el Desarrollo de las Tierras del Ebro (Idece), planea ahora ampliar el tramo navegable para tratar de fomentar una actividad turística que no acaba de despegar en el territorio.
El año pasado viajaron por el río 12.581 personas entre abril y octubre, temporada que el Idece mantiene abierto el canal navegable. Pese a que esta cifra es la mejor desde 2001 y supera de largo las 5.900 personas de 2004 y las 4.500 de 2003, la recién nombrada directora del Idece, Genoveva Margalef, está convencida de que el potencial turístico del río es mayor y de que "se podría hacer mucho más". De hecho, las empresas que ofrecen recorridos por el Ebro, tanto en barca como en piragua, no alcanzan la docena entre Móra y la desembocadura. Mención aparte merece el embalse de Riba-roja, situado aguas arriba de la presa de Flix, que mantiene una oferta de barcos-hotel para quien quiera llegarse, río arriba, hasta Mequinensa (Zaragoza). El río también se puede remontar libremente, aunque está sujeto a un permiso que otorga la Confederación Hidrográfica del Ebro para un tipo de embarcaciones concreto, las de poco calado.
El río tiene un canal navegable desde su desembocadura hasta Móra d'Ebre
Montse Biosca, patrona de las embarcaciones de la empresa Riu Natura, señala una de las claves del aún escaso tirón turístico de esta iniciativa: "Es posible que haya miedo entre los inversores porque no hay demasiados servicios". Los empresarios, además, deben hacer frente a una normativa en la que los patrones de embarcación salen perjudicados. "Las horas de navegación por el río no les sirven para renovar el carnet y se arriesgan a perderlo", señala Genoveva Margalef. En cualquier caso, el Idece está convencido de que la navegabilidad del Ebro ha influido de forma positiva en la economía local, aunque reconocen la dificultad de cuantificarlo y apuestan por ahondar en la promoción para fomentar el número de visitantes. "Tengo clarísimo que lo que hago tiene futuro", asegura Biosca, que comprueba a diario la cara boquiabierta que se les queda a los que por primera vez hacen un paseo en barca por el río. A su juicio, lo único que hace falta es precisamente más promoción.
El alcalde de Miravet, Toni Borrell, añade que los paseos cortos por el río que se pueden hacer desde su pueblo son un complemento perfecto para las visitas que recibe el impresionante castillo templario del municipio. Otra cosa, pues, es que las rutas por el río constituyan un reclamo por ellas mismas.
La ruta fluvial desde la desembocadura hasta Ascó la convirtió en realidad la Generalitat dragando un canal de unos 20 metros de ancho en el río en varias fases, durante la segunda mitad de la década de 1990. El último tramo, entre Móra y Ascó se terminó en 2003 aunque no ha habido mantenimiento y ahora deberá volver a dragarse para hacerlo navegable. Esto es lo que estudia hacer el año próximo el Idece para ampliar la ruta fluvial en 15 kilómetros.
Los visitantes con suerte quizá se encuentren en uno de los embarcaderos del río con Enric Fabregat, el que dicen en el lugar que es el último llaguter -el llaüt era un barco de transporte fluvial de poco calado- tradicional de la zona y una constante en la obra literaria del desaparecido Jesús Moncada, magnífico escritor nacido en Mequinensa.
Para Fabregat, tratar de recuperar la navegabilidad en el río es como "tratar de resucitar a un muerto", tanto por la artificialidad que supone un uso turístico frente al medio de vida que él conoció, como por los cambios que ha sufrido el río. "Antes el agua bajaba con más fuerza", recuerda, mientras habla de llaüts cargados con 32 toneladas de mercancías que condujo por el Ebro. De aquel tiempo casi sólo queda su barca, la Esperança, un llaüt restaurado que tiene 204 años.
El problema de las algas
Nadie sabe aún la causa exacta, pero desde hace tres años el río sufre una plaga de plantas acuáticas sin precedentes en las comarcas catalanas por las que atraviesa el Ebro. Las mal llamadas algas -en realidad se trata de plantas que crecen en el lecho- ensucian el río y dificultan con su presencia masiva la navegación. Pero, para colmo, además estas enormes sábanas vegetales constituyen el hábitat idóneo donde cría la mosca negra.
Este insecto, que viaja en bandadas de miles de ejemplares, causa una dolorosa picadura que tiene en ascuas a los habitantes de las comarcas sureñas de Tarragona. La Generalitat está tratando de controlar esta plaga vertiendo pesticidas en el río con escaso éxito por el momento.
Tres embarcaciones de una empresa contratada por el Idece faenan a diario en el río extrayendo unas 40 toneladas de algas, aunque los técnicos de este organismo admiten que ésta no es la forma para eliminarlas. "Falta un estudio en profundidad de las causas de la proliferación", señalan.
De momento, el Idece ha optado por cambiar de método y ha adquirido nuevas embarcaciones que no sólo arrancan del lecho las plantas, sino que las extraen completamente del río.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.