Mucho más que una habitación con vistas
Ninguna de las cadenas que trabajan en el segmento de hoteles históricos vende simplemente una habitación bien decorada y con una buena cama. La tematización, el disfrute de experiencias nuevas, sensaciones placenteras... son también ingredientes esenciales en este tipo de oferta. Hosterías y Hospedarías Reales, por ejemplo, se distingue por sus colecciones museísticas y la recreación de ambientes de otras épocas; Arco, por ofrecer experiencias ligadas al vino, y Hospes, por ofrecer "desconexión, descubrimiento y revitalización" personal.
Además todos ellos venden una forma de rebelarse contra lo masivo. Algo que una parte creciente de los clientes aprecia. Antoni Costa, de Paradores, apunta que "según una encuesta reciente, el 80% de nuestros clientes son gente con estudios superiores". El ejecutivo añade que se está produciendo un cambio sociológico desde los años noventa que supone "la ampliación de los tiempos de ocio" y la exigencia de "productos individualizados".
Pese a que el turismo de sol y playa sigue dominando, el segmento de hoteles históricos crece a buen ritmo. "La demanda turística creció el año pasado en España al 3% o 4%, en las autonomías del centro, como Castilla y León, ésta ha subido entre el 15% y el 20%", apunta Costa. La buena situación económica, el auge del consumo y la mejoría del transporte han contribuido a esta tendencia. "Se trata de un sector en el que la oferta crea demanda", afirma Juan-Bosco Gimeno; "instalas un hotel en un sitio paradisiaco, lo promocionas, y la gente va. Hay un ansia por este tipo de locales". También las ciudades se han convertido en destinos de fin de semana. Antonio Catalán, de AC, señala que su empresa se ha visto beneficiada por "el boom" de este turismo urbano: "Hace años, los sábados y domingos teníamos los hoteles vacíos, ahora no". Según el empresario esto se debe "a la economía, pero también a la labor de los ayuntamientos, que han invertido muchísimo en el cuidado de las ciudades y en crear ejes de atracción".
Tampoco hay que echar en saco roto la abundancia en España (uno de los países del mundo con mayor patrimonio) de centenares de conventos, palacios, cortijos, masías, bodegas, castillos y otros edificios emblemáticos, y el hecho de que sus propietarios hayan podido beneficiarse de ayudas comunitarias para arreglarlos. "Muchas familias que no sabían qué hacer con esos edificios", explica Gimeno, "se han lanzado a convertirse en hoteleros una vez que tenían acceso, mediante los fondos Feder, hasta a un 30% de la inversión".
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