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Xavier Albertí recupera del olvido en el Romea las obras tardías y menos conocidas de Tennessee Williams

Tennessee Williams obtuvo una enorme popularidad gracias a las versiones cinematográficas que Hollywood realizó de sus obras teatrales, entre las que figuran exitazos como Un tranvía llamado deseo y Dulce pájaro de juventud. Durante las dos últimas décadas de su vida, el célebre dramaturgo permaneció alejado de los grandes estudios, que ningunearon sus trabajos tardíos, tan brillantes como los anteriores. El público que antes le adoraba tenía ya otros ídolos. Xavier Albertí rescata del olvido algunas de esas piezas en el espectáculo Tennessee, que permanecerá en el teatro Romea desde el próximo martes hasta el 15 de octubre. Las otras dos salas de Focus, los teatros Condal y Villarroel, inaugurarán el día 8 de este mes sus respectivas temporadas con Teràpies, una comedia de Christopher Durang dirigida por Rafael Calatayud, y Merrily we roll along, de Stephen Sondheim y George Furth, espectáculo con el que la compañía El Musical més Petit celebra su décimo aniversario.

Tennessee reúne materiales diversos para componer en el escenario del Romea el perfil humano y artístico de uno de los grandes dramaturgos estadounidenses, Tennessee Williams, coetáneo de Arthur Miller y heredero del pesimismo cínico de Eugene O'Neill. El director del montaje, Xavier Albertí, ha echado mano de fragmentos de varias obras crepusculares de Williams, como En un bar de un hotel de Tokio (1969), No puedo imaginarme el mañana (1970), pieza admirada y elogiada por Harold Pinter; Advertencia para embarcaciones pequeñas (1973), que se pudo ver en el antiguo Lliure de Gràcia, y El cuaderno de Trigorin (1980).

El director de Tennessee también ha recurrido a las memorias de Williams, que causaron cierto revuelo en su época porque el autor declaraba en ellas que era homosexual y reconocía su adicción a las drogas y el alcohol. Albertí recordó ayer en la presentación del espectáculo que la última obra de Williams bendecida por Hollywood fue La noche de la iguana, de 1961, protagonizada en el cine por una impresionante Ava Gardner. Al dramaturgo le quedaba mucha vida por delante -murió en 1983-, pero su trabajo no volvió a tener nunca el respaldo masivo del público y de la crítica del que gozó cuando reinaba en Broadway. Williams trató de exportar sin éxito a Estados Unidos las revoluciones escénicas que practicaban en Europa otros autores, por ejemplo, Eugene Ionesco. "Me ha interesado más el aspecto ideológico que el biográfico", explicó Albertí en la presentación del espectáculo, interpretado por Roser Camí, Nora Navas, Ricard Borràs, Jordi Collet, Mont Plans y el mismo director.

Humor en el Condal

La apertura de la temporada de los otros dos teatros que gestiona Focus, el Condal y el Villarroel, también está marcada por la dramaturgia estadounidense. Rafael Calatayud dirige en el primero la comedia Teràpies, de Christopher Durang, autor de culto admirado y protegido por grandes estrellas hollywoodienses: Sigourney Weaver y Meryl Streep. La obra narra las tribulaciones de tres personajes neuróticos que para solucionar sus problemas se ponen en manos de sendos psicoanalistas cuyas terapias no entienden de piedad y otros remilgos. Calatayud, que ya ha llevado a escena otras obras de Durang, lamentó que no fuera un autor muy representado, aunque Charo López protagonizó años atrás una de sus piezas, Carcajada salvaje. Los actores que dan vida a los traumatizados personajes de Teràpies son Victòria Pagès, Mamem García, David Bages, Jordi Llordella, Francesc Albiol y Albert Ausellé. "Teràpies es la obra más amable de Durang, que es un autor muy corrosivo. Sus protagonistas son personajes que viven de una forma extrema hasta el absurdo situaciones cotidianas", explicó el director del montaje, obra que ya inspiró una película a Robert Altman, Tres en un diván.

Asimismo, el telón del Villarroel se levantará de nuevo con el musical Merrily we roll along, de Stephen Sondheim y George Furth, que permanecerá en su escenario hasta el 29 de octubre a cargo de la compañía El Musical més Petit. "Es un musical vitalista, lleno de sentido de humor, pasión y ternura", apuntó Daniel Anglès, quien firma la adaptación catalana del texto junto con Juan Vázquez.

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