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LA NUESTRA
Columna
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En fin, y para empezar

Como era de esperar, pocas cosas han cambiado en el mes de agosto en La Nuestra. Y menos que van a cambiar. El penúltimo día de agosto trajo una noticia esperada: la Junta de Andalucía retira del Parlamento autonómico -donde llevaba ya dos años esperando su tramitación- el proyecto de ley de reforma de la ley de la RTVA. No hay fechas para un nuevo proyecto, que en todo caso no echará a andar antes de que estén listas la nueva ley de RTVE y la ley general del audiovisual; se pretende que el nuevo marco legal de la RTVA esté en sintonía con esas otras leyes. De todas formas, no estará de más recordar que las leyes difícilmente pueden suplir la voluntad política de los llamados a hacerlas valer. Hay cosas imposibles de remover sin mediar reformas legales, como en este caso el sistema de nombramiento del director general. Pero estoy convencido de que los problemas más serios de los que adolece la programación de Canal Sur (que es lo que finalmente importa, el producto final de ese gigantesco aparato político, económico y cultural que es la empresa pública de la RTVA), dependen más de la voluntad política que la gobierna que del armazón legal en que se apoya. Y esa voluntad política pivota sobre una lógica distinta a la que la ley prescribe.

Canal Sur tiene una ley escrita que le atribuye un carácter público, pero programa y emite siguiendo los dictados de la ley no escrita de la audiencia. Esta doble legalidad no obedece a una esquizofrenia, sino a una estrategia comercial políticamente decidida. Y fruto de esa estrategia inconfesa es lo que al final salta a la vista: un discurso igualmente doble e incluso contradictorio que funciona a base de quitar con una mano lo que da con la otra. Hay programas encomiables (Frontera social, Solidarios, Espacio protegido, Tesis) cuyos planteamientos son inmediatamente contradichos y arruinados por otra programación a la que se reserva el prime time y cuya norma de calidad viene establecida exclusivamente por la ley de la audiencia. En Frontera social se habla de la situación de las mujeres maltratadas (pero en Canal 2 Andalucía) mientras que en Canal Sur Televisión, en Hacemos el humor, se aplauden con un estruendo grosero chistes hechos para ofender y humillar, entre otros muchos, a las mujeres.

El problema de la audiencia está en que es la televisión la que crea el gusto del público, elige sus espectadores y les da lo que ella decide que les conviene. En este sentido, Canal Sur tiene claro un objetivo político, que se puede definir como una fidelización de cierta Andalucía profunda y castiza, y en función de ese objetivo fija su programación a una franja de edad a la que atribuye unos gustos que a su vez están por demostrar.

Se trata, por último, de una estrategia políticamente blindada por una mayoría absoluta que no tiene la menor duda acerca de la televisión que quiere que haya, antes bien, presume de ella. Y ésa es la cuestión. Sin una voluntad política diferente, ni con esta ley ni con otra levantaremos el peso de la coartada de la audiencia.

En fin, y para empezar: no hay cambios.

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