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Crónica:PIE DE FOTO | EL PAÍS, 20-8-2006
Crónica
Texto informativo con interpretación

Continuará

Juan José Millás

Me gustó mucho la señora de la foto, a la que la autora del reportaje describía como "de expresión suave, juvenil y menuda", porque es bióloga, porque se la ve feliz y porque lleva un 13 a modo de gargantilla. Cabe pensar que se trata de una de esas personas que no son supersticiosas porque da mala suerte. Una supersticiosa al revés. Quizá el día que olvida el 13 sobre el lavabo lo pasa fatal hasta que vuelve a casa. Yo soy también un supersticioso inverso, de modo que cuando escucho o leo la palabra cáncer no cruzo los dedos, que sería lo sensato. Hay días en los que no los cruzo 15 o 20 veces, incluso más, pues se trata de un término muy usado. Mientras leía la entrevista que Malén Aznárez le hizo a María Domínguez en estas mismas páginas, me vi obligado a no cruzar los dedos siete u ocho veces, pues aparecía el término cáncer todo el rato.

Cabe pensar que es una de esas personas que no son supersticiosas porque da mala suerte

María Domínguez, ya se ha dicho, es bióloga e investigadora. Dirige el Instituto de Neurociencia de Alicante, un laboratorio adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Y ahora viene lo mejor: trabaja con moscas. Del mismo modo que hay gente que se levanta, desayuna y se va a la oficina a mover papeles, ella se va al laboratorio a mover moscas. El reportaje no daba muchos detalles, por lo que uno podía imaginar lo que le viniera en gana. Las moscas, como las hormigas, son gratis y abundan, lo que no las hace menos misteriosas. Al contrario, son, junto a las arañas, a las que sirven de comida, los animales más enigmáticos de la creación. Se pasan la vida intentando traspasar el cristal de la ventana y a veces se dejan la cabeza en el intento. Aunque merecerían ser mamíferas por su complejidad intelectual, se han quedado en el estadio del ovíparo, como la gallina, a la que sacan varios cuerpos de ventaja. María Domínguez les levanta la falda a las moscas para buscarles las vueltas. En una de esas descubrió un par de genes equivalentes a los del cáncer en humanos y escribió un artículo que mereció el honor de ser el principal de la revista Nature, donde es muy difícil sorprender a nadie escribiendo de moscas o de cualquier otra cosa.

No es todo: está casada con un señor suizo que es árbitro internacional de tenis. Muchas veces, los novelistas buscan combinaciones conyugales que resulten al mismo tiempo extrañas y verosímiles. Ésta es una de ellas. Imaginen un relato cuyo personaje principal es una bióloga española, especialista en moscas, casada con un árbitro de tenis suizo. Eso, de entrada, es ya un filón narrativo. Pero imaginemos ahora que, tal como decía el reportaje, se trata de una mujer a la que no le gusta comprar ni cocinar y que detesta las tareas domésticas. Supongamos además que se reconoce como poco maternal y que ha esperado hasta que el reloj biológico le marcara casi el límite para quedarse embarazada. Digamos asimismo que más de una noche ha dormido en el laboratorio, donde el sueño la sorprendió desmontando un insecto. Del marido suizo, aparte de que es árbitro, no sabemos nada todavía, pero todo se andará. ¿Es o no es un arranque perfecto para una novela de Patricia Highsmith? Lo es, o sea, que ahí va a ocurrir algo y nosotros vamos a procurar estar cerca para contárselo. Continuará.

OLIVARES NAVARRO

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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