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Entrevista:SERGIO ZEFERINO CALUNDUNGO | Director de Intermon-Oxfam en Angola

"Europa debería permitir la libre circulación de personas"

Mientras los inmigrantes que llegan a Canarias en cayucos llenan las portadas de los periódicos, el director de Intermon-Oxfam en Angola, Sergio Zeferino Calundungo (Huambo, 1972), urge a Occidente a modificar su modelo de cooperación con África. Calundungo participó el martes en San Sebastián en el curso de verano de la UPV titulado África subsahariana: solidaridad y desarrollo basado en valores.

Pregunta. ¿Qué modelo de cooperación internacional predomina en África?

Respuesta. No se aplica un modelo único, pero destacan dos. Existe uno muy asistencialista y paternalista, cuya mayor preocupación es resolver los síntomas de la pobreza, sin profundizar en las causas. Luego hay otro muy centrado en las ideas de la modernización, que se dedica a intentar transferir a África una serie de recursos, valores y costumbres de Occidente. Este último modelo cree que hay que pasar de forma muy acelerada de una sociedad africana tradicional, con sus valores y su cultura, a una sociedad de tipo occidental.

"Estamos llegando a una situación dramática gestada hace tiempo, cuando a África le fue vedado el derecho a existir y solventar sus problemas"
"El desarrollo de África debe estar liderado por los propios africanos, bajo un modelo que respete sus derechos sociales, económicos, políticos y culturales"

P. ¿Qué modelo defienden usted y la organización a la que representa?

R. Tanto en África como en otras partes del mundo empiezan a emerger personas y organizaciones que ya están gestionando un modelo que cree que el desarrollo de África debe estar liderado por los propios africanos. Este modelo se asienta en la firme creencia de que los africanos tienen unos derechos. Por tanto, no hay que ver a estas personas como meras víctimas o receptores pasivos de una ayuda que llega de Occidente, sino como actores de su propio desarrollo.

P. ¿Cuáles son las claves de este tipo de cooperación?

R. Por un lado, concibe a las personas como titulares de derechos sociales, económicos, políticos y culturales. Como tales, deben ser conscientes de que tienen esos derechos y deben tener mecanismos y espacios para reclamarlos.

P. ¿Y por otro lado?

R. Aborda las causas estructurales de la pobreza y considera que hay algunos responsables de dichas causas, como gobiernos africanos, organizaciones internacionales o empresas multinacionales. Por ello, trata de presionar a los titulares de esas responsabilidades, para que respeten los derechos de las personas de los que hablaba antes.

P. Este modelo choca con muchos intereses. ¿Resulta complicado encontrar el respaldo de los países occidentales?

R. Lo que buscamos es que la ciudadanía de otros países respalde este modelo y presione a sus gobiernos, a sus políticos, para que cambien sus formas de colaborar con el desarrollo en África.

P. ¿Una colaboración que pasa por hablar con los titulares de derechos para saber qué quieren?

R. Imagino que en el norte lo que se visibiliza a través de la prensa y los medios audiovisuales es la típica estampa del africano esperando que llegue el cooperante. Lo que no se cuenta es el enorme potencial creativo de las sociedades africanas, sus estrategias para afrontar la vida. Tenemos que funcionar como catalizadores de ese potencial, de forma que esto pueda provocar cambios.

P. Entre tanto, no dejan de llegar a Canarias cayucos repletos de inmigrantes africanos. ¿Existen grupos organizados que hacen negocio con sus propios compatriotas?

R. Lógicamente, algún tipo de organización sacará provecho de esto, pero querer vivir de forma digna es inherente al ser humano. Lanzarse al precipicio de venir aquí en las condiciones en las que lo hacen nuestros compañeros está más relacionado con el derecho a existir.

P. ¿Qué opinión le merece la política española de extranjería?

R. No la domino, pero lo que está ocurriendo es la punta del iceberg. Estamos llegando a una situación dramática que se gestó hace tiempo, cuando a África le fue vedado el derecho a existir y solventar sus propios problemas.

P. ¿Y qué piensa de la política europea en general?

R. Me cuesta mucho hablar de política europea, pero sí puedo hablar de unas prácticas. Europa debería cambiar sus prácticas en relación a la inmigración. Ha desarrollado un mecanismo que permite la libre circulación de mercancías y capitales dentro de marcos legales, pero muy flexibles. ¿Por qué no la libre circulación de personas? Debería plantearse también mecanismos de circulación de personas más flexibles, en unos marcos de dignidad y respeto para los seres humanos.

P. En definitiva, ¿los países europeos deberían flexibilizar sus politícas de inmigración?

R. Me atrevería a decir humanizar sus políticas, considerar el derecho de circulación de las personas como un derecho humano.

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