La canción del naufragio
Se cumplen 100 años del hundimiento del 'Sirio', en el que fallecieron más de 400 personas, en su mayoría emigrantes irregulares españoles.
El estruendo fue aterrador. El Sirio navegaba a toda máquina. A las cuatro de la tarde la mayoría del pasaje del buque italiano -podían viajar 1.300 pasajeros- se encontraba descansando en cubierta. De popa a proa del buque de 4.126 toneladas, se habían instalado lonas para que los viajeros se resguardaran del calor, en la sofocante tarde de 4 de agosto de 1906 . En la bodega, donde viajaban de manera ilegal la mayor parte de los ocupantes del barco, el ambiente era irrespirable. El barco que muchos conocen como "el Titanic español", navegaba cerca de la costa de Cabo de Palos (Cartagena), aproximadamente a unas tres millas. A la altura de esa localidad pesquera, sobresale un grupo de islotes, llamados Las Hormigas. "Entre el cabo y el islote se oculta el llamado Bajo de Fuera, como una piedra de 200 metros de largo, con sólo 3,6 metros de agua encima. Una auténtica trampa para cualquier barco", asegura el historiador Luis Miguel Pérez Adán, autor de El naufragio del Sirio (Caja Murcia y Instituto Cartagenero de Investigaciones científicas).
Junto al 'Sirio' descansan más de 50 barcos hundidos, algunos durante la II Guerra Mundial
Y en esa trampa cayó el Sirio. "Las planchas de fondo del barco se abrían como si un gigantesco cuchillo las cortase. Por las grietas entraron trombas de agua hasta que el barco quedó frenado y varado en las rocas, casi a punto de precipitarse hacia el fondo que en esa zona está a unos 80 metros de profundidad", cuenta Pérez Adán. En ese instante comenzó la auténtica tragedia del pasaje: el pánico. Entre gritos y golpes algunos pasajeros trataron de abrirse paso hacia los botes salvavidas. El barco estaba muy cerca de la costa, pero la mayor parte del pasaje no sabía nadar. Y en nada ayudó que casi toda la tripulación, empezando por el capitán, José Piccone, un experimentado marino, decano de la Compañía General de Navegación Italiana, abandonara el barco de los primeros.
Todavía hoy persiste la incógnita sobre la causa real del naufragio, pero el historiador apunta una tesis. El Sirio unía Génova con Brasil y Argentina y realizaba esa ruta con regularidad. Además la cartografía de la época recogía el lugar en el que se produjo el choque. El Ministerio de la Marina italiano achacó el accidente a un fallo humano y algunos investigadores relacionan el accidente con la desaparición de la caja fuerte del barco, en la que se guardaban las joyas de la tripulación. Sin embargo, pese a las especulaciones, la causa más probable, según Pérez Adán, fue la temeraria aproximación del barco a la costa para subir clandestinamente a emigrantes. Era habitual recalar en puertos donde se subían al barco pasajeros que no podían comprar una plaza en primera o segunda clase pagando un precio inferior. A principio del siglo XX en España se pasaba hambre y muchas familias buscaban al otro lado del Atlántico una posibilidad de supervivencia.
Nunca se sabrá el número real de pasajeros del Sirio. Tras 16 días a la vista, el barco se partió y cayó al fondo. Coincidiendo con el centenario del naufrafgio el realizador Roque Madrid rueda un documental en la costa cartagenera en el que recrea el hundimiento. "Tiene todos los ingredientes de una buena historia, especialmente desde el punto de vista social. Todavía sigue muriendo gente en el mar por buscar una vida mejor", añade. Parte de la película ha sido rodada en los fondos de Las Hormigas, donde descansan junto al Sirio más de 50 barcos hundidos, muchos durante la II Guerra Mundial. Con el paso de los años, el pecio del Sirio se ha convertido en un importante punto de referencia para expertos buceadores. Las escenas rodadas para el documental, en las que se distingue la cubierta y los camarotes del barco, entre algas y atunes, fueron rodadas por profesionales gallegos.
Pese al tiempo transcurrido, Cabo de Palos no ha olvidado la tragedia. Fueron los marineros los que encabezaron las tareas de rescate y la noticia se ha trasmitido de abuelos a nietos. Algunos de ellos asistieron a principios de agosto al concierto que la Coral Polifónica Carthagonova ofreció en el pueblo, recreando la canción popular donde se narra el naufragio.
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