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Los padres de la secuestrada en Austria se quejan de no poder verla

Los padres de Natascha Kampusch, la joven austriaca secuestrada durante más de ocho años, se quejan de que no pueden ver a su hija, después de que el miércoles pasado consiguiera huir de la casa de su raptor. "Natascha está otra vez encerrada. Eso es horrible para mí. Psicólogos y médicos, eso está muy bien, pero una hija necesita a su madre. ¿Por qué no puedo ver a mi hija?", se preguntaba la madre de Natascha, Brigitta Sirny, en una entrevista publicada ayer por el diario austriaco Kurier.

También su padre, Ludwig Koch, que está divorciado de Sirny desde antes del secuestro, lamentaba ayer no poder estar con su hija. "¿No es una locura que yo no sepa dónde se encuentra?", se preguntaba ayer. Koch recibió una carta de Natascha en la que le dice que está bien y le pide que comprenda que necesita descansar un poco. "Tenemos todo el tiempo del mundo", asegura en la carta.

Mientras tanto, la policía austriaca subrayó el hecho de que la reclusión de Natascha durante el fin de semana ha sido voluntaria. "Natascha es una persona libre", declaró el portavoz policial, Gerhard Lang. "Si decide irse al centro de Viena a tomar un café puede hacerlo", añadió Lang. Pero en lugar de tomar un café en el centro, la joven prefirió pasar el fin de semana con gente de su edad, por primera vez en ocho años y medio. Natascha conversó animadamente con ellos y lo pasó muy bien. "Está muy animada", declaró la abogada Monika Pinterits, que está con ella.

Mientras tanto, continuaba el registro de la casa de Wolfgang Priklopil, el hombre de 44 años que secuestró a Natascha cuando se dirigía al colegio el 2 de marzo de 1998 y que se suicidó el miércoles al ver que la joven había huido. Hoy se pondrán a disposición del juez los enseres incautados, entre ellos vídeos y libros infantiles y de aprendizaje.

"Lo decidirá ella"

A la madre de la joven le gustaría que su hija volviera a vivir con ella. "Pero tiene 18 años y lo decidirá ella", declaró en la entrevista. Brigitta Sirny describió al Kurier el calvario que ha vivido los últimos ocho años. "Rezaba todos los días: ¡por favor, Natascha, aguanta! Celebraba sus cumpleaños, hacía tartas que luego tiraba", recuerda. "Una vidente me dijo que estaba en algún lugar río arriba, en el norte, en el sótano de una casa", asegura. La casa donde Natascha estuvo encerrada en una habitación subterránea de menos de cinco metro cuadrados y 1,60 de altura se encuentra en la localidad de Strasshof, 20 kilómetros al norte de Viena. "La policía me llamaba con frecuencia para que identificara objetos encontrados: bragas de niña, neceseres, zapatos. Cada vez era como ir a mi propia ejecución", rememora Brigitta Sirny.

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La mujer, de 51 años, conservó todos los objetos personales de Natascha. "Sus enseres de aseo siguen en mi cuarto de baño, su champú de Barbie y el jabón de Pocahontas", asegura. "Cuando vi que su ropa había sido devorada por las polillas casi me desmayo", recuerda.

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