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Reportaje:

Recuperar el esplendor perdido

El Ayuntamiento acelera la rehabilitación de la plaza de España en la capital andaluza

Con su majestuosa columnata, sus ricos techos de artesonado y sus brillantes azulejos, la plaza de España de Sevilla es casi un lugar sagrado para los sevillanos, una joya superviviente del arte neomudéjar español concebida por el arquitecto Aníbal González en los años veinte del pasado siglo.

En los últimos tiempos hay gente que no comparte esta opinión mayoritaria. La plaza ha sufrido multitud de agresiones y ha quedado abandonada durante años por las autoridades. La torre norte está abrazada por una estructura metálica en red que ayuda a resistir a sus muros, y en las cornisas del edificio crecen desordenadamente los hierbajos.

El capítulo más reciente se escribió este mismo mes, cuando la plaza amaneció con varias pérgolas reventadas, lo que ha decidido a las autoridades a dar un nuevo impulso a las obras de rehabilitación. A los avanzados trabajos de reforma de los cuatro puentes de la plaza -dos ya están listos- que empezaron en el verano de 2003, se suma ahora una nueva partida aprobada recientemente por el Ayuntamiento para arreglar la larga balaustrada frontal, coja de decenas de balaustres.

Muchas de las magistrales piezas ornamentales de la plaza diseñadas por el ceramista Manuel Soto Fernández se han perdido para siempre en los avatares de casi ochenta años, pero el trabajo de las dos escuelas taller -unos cursos de formación para desempleados- pretende recuperar en cada azulejo, en cada pieza, el estilo original de la plaza cuando se inauguró para la Exposición Iberoamericana de 1929.

Los puentes acabados, llamados Aragón y Castilla -de acuerdo con los reinos cristianos históricos-, se desvistieron casi por completo y se han instalado nuevas balaustradas, nuevo asolado y las pérgolas cromadas que rematan las esquinas. El mismo camino que seguirán sus compañeros, León y Navarra.

La rehabilitación de los puentes ha exigido secar la ría que corre paralela a la curva de 200 metros de la columnata. Casi nada pudo aprovecharse. Las balaustradas de cerámica vidriada estaban inservibles -al menos ninguna era la original- y en el nuevo montaje van ensartadas en una estructura de acero inoxidable. Los paños laterales de los puentes que no se pudieron restaurar fueron fabricados en las escuelas taller. También se desmontaron varias roscas de ladrillo de los estribos y de la clave para colocar una losa de hormigón armado y fortalecer la estructura de los puentes.

Una vez que los trabajos concluyan, a finales de este año, la pregunta será: ¿cómo proteger ahora los puentes, la balaustrada, los azulejos? De ninguna manera. La solución es compleja porque la propiedad del edificio es del Estado y existe una gran confusión sobre quién debe hacerse cargo de qué. Así que por ahora, el Ayuntamiento no tiene nada previsto. La única sugerencia ha venido de Luis Pizarro, antiguo miembro por Izquiera Unida de la Comisión de Dirección y Seguimiento del plan urbanístico de Sevilla, que propuso crear un servicio único para gestionar la plaza. No en vano el Consistorio va a gastarse en torno a un millón de euros en la rehabilitación de los puentes.

La protección de la plaza seguirá limitándose a las cámaras de seguridad ya instaladas en el interior de la galería de columnas, en las dos torres y en las escalinatas: el edificio alberga varias oficinas de la delegación del Gobierno.

Salvo el encargado de los paseos en barca por la ría, los tenderos de la plaza no parecen muy afectados por los trabajos. Las obras no interrumpen el paso de turistas y pasan desapercibidas para alguien que viene a disfrutar.

José vende en su puesto souvenirs: "Aquí paran los mismo autobuses de japoneses de siempre. Si acaso se nota menos gente de provincias, porque algunos sabrán lo que les espera". Los cocheros que pasean a los turistas por el casco histórico se muestran indiferentes. "Al turista común le dan igual las obras de la plaza".

Una plaza que en su momento de máxima belleza y esplendor llamó la atención a los ojos exigentes de David Lean para rodar Lawrence de Arabia.

Azulejos idénticos a los originales

Allá por 1997, cuando la entonces alcaldesa Soledad Becerril planteó por primera vez la necesidad de rehabilitar la plaza de España, se decidió la creación de una Escuela Taller y de un Taller de Empleo, entonces dependientes del Instituto Nacional de Empleo (Inem) y ahora de la Consejería de Empleo de la Junta andaluza.

La Escuela Taller Plaza de España está integrada por 40 parados mayores de 26 años y el curso dura dos años. Este año ha alcanzado la cuarta edición. Varios monitores expertos enseñan a los alumnos a fabricar los pasamanos, rodapiés y azulejos con la misma técnica que la de los originales. Cada parado recibe una beca salario simbólica de unos 500 euros mensuales.

El Taller de Empleo es para menores y dura un año. A ellos se les encomendó las tareas de recuperación de los 52 bancos de azulejo que decoran los bajos de la columnata, uno por cada provincia española. Cada banco lleva una ilustración con un motivo significativo de la región. Por ejemplo, la provincia de Soria viene ilustrada con una estampa de la caída de Numancia, en la de Asturias asoma la figura de Don Pelayo y Colón explica sus planes para América a los Reyes Católicos en Salamanca. Últimamente el taller ha estado trabajando en los bancos de Ciudad Real a Jaén.

Pero el último Taller acabó el pasado enero y la Escuela cerrará en diciembre. La delegación de Empleo de la Junta considera que no tiene sentido mantener estos cursos porque los alumnos ya no encuentran trabajo cuando acaban los talleres. El mercado está saturado, dicen. En estos diez años, ha habido una inversión de casi seis millones de euros en estos cursos.

Sin embargo, la Junta sí se ha comprometido públicamente a seguir colaborando en la rehabilitación de la plaza, bien contratando a algunos de los ex alumnos, bien colaborando con empresas especializadas. Ya se piensa en encomendar los nuevos trabajos a la Escuela de cerámica de Gelves, cuando asome el nuevo año.

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