"Sería un error trasladar a Cataluña las coordenadas entre CiU y PSOE"
Antoni Castells ha desconectado relativamente en sus también intermitentes vacaciones en el Empordà gracias a la lectura. También la de periódicos. En plena precampaña para las autonómicas, el consejero de Economía insiste en que Pasqual Maragall ha sido un magnífico presidente.
Pregunta. ¿Por qué el PSC no insistió para que Maragall optara a la reelección?
Respuesta. Porque era el presidente quien debía tener la última palabra. Tomó su propia decisión y fue muy madurada.
P. ¿Se siente más cómodo con Maragall o con Montilla?
R. Como consejero sólo he servido con el presidente Maragall, una persona por la que siento respeto, admiración y afecto, y con quien me he sentido muy cómodo. Con Montilla he trabajado codo con codo en el mismo proyecto político, con una comodidad y una complicidad también absolutas.
"Es razonable que las personas que residan en nuestro país adquieran derechos y también deberes. Si pagan impuestos, también deben poder votar, especialmente en las municipales. Pero debemos establecer ciertos requisitos"
" No soy partidario de la supresión del impuesto de sucesiones, pero sí de una reforma a fondo del tributo que aligere la carga fiscal de quienes son injustamente tratados. Cumple con un papel social útil"
P. Montilla ¿ya le ha ofrecido ir de número dos?
R. Creo, francamente, que especular ahora sobre esta cuestión está fuera de lugar. Cualquier comentario que yo pueda hacer se prestará a todo tipo de especulaciones y no creo que deba entrar en este juego. Esto ahora no toca.
P. ¿No preferiría a una mujer cómo número dos?
R. Aquí debo darle la misma respuesta.
P. ¿Qué características aporta la candidatura de Montilla?
R. José Montilla acumula un capital político de primera magnitud. Es un magnífico candidato y será un muy buen presidente. En el PSC, es el hombre del presente y del futuro. No para cambiar de estrategia, sino para ir más allá en el mismo camino.
P. Montilla ha advertido de que aparcará los proyectos identitarios y se centrará en la política social.
R. Poner el acento en un determinado aspecto no significa que haya diferencias de proyecto. Maragall y Montilla comparten un mismo proyecto político. De eso no hay ninguna duda.
P. La candidatura de Montilla, ¿no corre el riesgo de movilizar sólo al electorado del cinturón rojo de Barcelona?
R. Montilla será el presidente de todos los catalanes. Del mismo modo que se equivocan quienes atacan a Montilla por su origen, se equivocarían quienes quisieran aprovechar su lugar de nacimiento para centrar la campaña en ese aspecto.
P. ¿Montilla puede provocar una cierta apatía entre los votantes más catalanistas?
R. ¿Por el hecho de llamarse Montilla? Lo que cuenta es la trayectoria política y el proyecto de futuro. Y en este sentido, las credenciales de Montilla son intachables. Más que eso, José Montilla ha luchado, como el primero, por la autonomía de Cataluña, cuando hacerlo implicaba riesgos evidentes. No todos los demás candidatos pueden decir lo mismo, por mucho que algunos se envuelvan ahora con la bandera del catalanismo. Que Montilla, nacido en Iznájar, Córdoba, asuma como el primero las aspiraciones nacionales de Cataluña es motivo de orgullo para los que formamos parte del proyecto del socialismo catalán y una demostración de la fortaleza y la grandeza de este país, Cataluña.
P. No me imagino a Montilla con una bandera independentista apoyando a la selección catalana de hockey, como hizo Maragall...
R. Eso no es más que una anécdota, pero la política no se construye con caricaturas o prejuicios. Ningún aspecto de la obra política de Montilla denota menor grado de catalanismo respecto a otros dirigentes del PSC.
P. Se ha creado un debate político sobre el derecho de los inmigrantes extracomunitarios a votar en las municipales. Usted llamó a evitar la demagogia, pero también a fijar algunos requisitos.
R. Yo reclamé que no se hiciera demagogia ni electoralismo. Convertir este asunto en un tema central de la precampaña no tiene sentido. En cambio, creo que debe debatirse sobre la inmigración abordando tres grandes cuestiones: la regulación de los flujos de entrada, las políticas de integración y la ayuda para que los países de origen puedan valerse por sí mismos.
P. ¿Pero aprueba la proposición de ley de PSC e IU-ICV?
R. Sí, pero sin sacarla de contexto. La inmigración plantea problemas de fondo que requieren una visión de país y de Estado.
P. ¿Debe saber catalán un inmigrante para poder votar?
R. Nunca he dicho tal cosa.
P. Pero ¿le parece razonable?
R. Es razonable que las personas que residan en nuestro país adquieran derechos y también deberes. Si pagan impuestos, también deben poder votar, especialmente en unas elecciones como las municipales, donde se plantean sobre todo cuestiones de gestión. Pero debemos establecer ciertos requisitos: primero, reciprocidad respecto al país de origen; segundo, voluntad de arraigo. Es decir, que su permanencia sea contrastada. Ahora bien, me parece un despropósito utilizar este asunto en la precampaña con fines partidistas.
P. ¿Por qué no pone nombre y apellidos al partido que agita este asunto? ¿Allana el camino para futuras alianzas poselectorales?
R. Si usted se refiere a CiU, no nos planteamos las próximas elecciones pensando en una futura alianza con esta formación.
P. ¿Y Rodríguez Zapatero?
R. No tenga ninguna duda de que el candidato de Zapatero para la presidencia de la Generalitat se llama José Montilla. Debemos entender que la visión del PSC y del PSOE sobre CiU responde a lógicas distintas. Para el PSOE, CiU puede ser un aliado deseable porque no supone una alternativa. Para el PSC es nuestro rival electoral, la alternativa de gobierno. Sería un error trasladar a Cataluña las coordenadas que rigen la relación entre el PSOE y CiU en Madrid. La alternativa en Cataluña es muy clara: o gobierna el PSC o CiU. Montilla o Mas.
P. Si el PSC logra gobernar, ¿bajará los impuestos como promete Artur Mas con el de sucesiones?
R. No soy partidario de suprimir el impuesto. Sí de una reforma a fondo que aligere la carga fiscal de quienes son tratados injustamente. Creo que es un impuesto que cumple con un papel social útil. Es evidente, sin embargo, que si generaliza una competencia fiscal a la baja, no podremos ignorar esta realidad.
P. ¿El cuerpo le pide repetir el tripartito?
R. Mi objetivo y el de mi partido es que gane el PSC, no repetir el tripartito.
P. ¿Sería conveniente un Gobierno de unidad PSC-CiU para desplegar el Estatuto?
R. En determinados asuntos el consenso es necesario para desplegar el Estatuto, tanto si gobierna CiU como el PSC. Pero esto no implica en absoluto que el PSC y CiU gobiernen juntos.
P. ¿No habría que aplazar el despliegue hasta que se clarifique el panorama parlamentario?
R. El Gobierno tiene que seguir gobernando, de acuerdo con sus responsabilidades y pensando en el interés del país. Hay cuestiones relativas al despliegue del Estatuto que deben impulsarse con carácter inmediato y le corresponde al Gobierno hacerlo. Exigir al Gobierno que espere, como hace Mas, es respetar muy poco a las instituciones y pensar aún menos en lo que conviene al país. Algunos sólo creen en las instituciones de autogobierno cuando son ellos los que están al frente. Otra cosa es que estas cuestiones se deban abordar con el máximo consenso y tratando de evitar su utilización electoral.
P. ¿Por ejemplo?
R. Lo más inmediato son las inversiones del Estado en infraestructuras. Si queremos que en los presupuestos para 2007 se equiparen, como fija el Estatuto, al peso relativo de la economía catalana en España, no debemos dejarlo para después de las elecciones.
P. ¿Y respecto a El Prat?
R. En Cataluña este asunto se ha convertido en una prioridad política para todos y está lo suficientemente maduro para que alcancemos un cierto acuerdo político con el Gobierno del Estado. Pero es difícil que el nuevo modelo de gestión pueda materializarse antes de las elecciones.
P. ¿Qué tipo de acuerdo?
R. Creo que es factible un acuerdo entre todas las formaciones catalanas sobre un nuevo modelo de gestión basado en la descentralización, la autonomía de gestión, la participación de intereses privados y un papel preeminente de la Generalitat. Sobre estas bases habrá que negociar con el Gobierno. Si nos ponemos de acuerdo en estos puntos no deberían un obstáculo los porcentajes de participación en el consorcio.
P. ¿Qué habría cambiado respecto a la situación del 28 de julio si el Gobierno catalán hubiera participado en la gestión?
R. Cambiar el modelo de gestión era imprescindible con o sin el conflicto de El Prat. Sólo fue la gota que colmó el vaso. No debemos tratar de hacer ventajismo. Pero, por supuesto, aún menos aceptable es la posición de quienes pretenden que ahora, precisamente porque hubo el conflicto de El Prat, no es el momento de hablar del asunto. Esto sí es una insensatez. Para algunos nunca es el momento de hablar de lo que no les conviene. Ahora lo que debe existir es el firme propósito, la inequívoca voluntad política, de abordar la cuestión.
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