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VIAJES INVENTADOS
Columna
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Viernes 4 de agosto 2006.

Por fin es viernes y estoy en Roma, en la ciudad eterna. Según mi agenda, todo lo que tengo que hacer esta mañana es tomarme un café y pasear. ¡Qué gusto estar de vacaciones!

11.25. De pie, apoyado en una mesa alta de una terraza en la Piazza Navona, saboreo mi café expreso. Creo que me va a costar tres euros, pero cuando eres un turista tu moneda vale más que el dólar y la libra esterlina juntas, aun así pediré el tique.

Me siento tan barroco, todo es vida a mi alrededor.

Un grupo de japoneses fotografían una de las fuentes, un joven romano roba el bolso a una mujer en el mercadillo, un hombre calvo silba el himno de la champion, un niño rubio cabezorrón corre hacía mí... ¡todo es maravilloso! ¡Oh my god!

Todo sigue siendo maravilloso, pero estoy encogido en el suelo porque el niño rubio cabezorrón me acaba de dar una patada en los huevos.

Dos hombres negros y extraordinariamente voluminosos se interesan por mi estado y me levantan.

Detrás veo a un tercer hombre más menudo que habla por el móvil y parece que explica lo sucedido a alguien.

El niño rubio cabezorrón lejos de sentirse arrepentido se ríe a carcajadas. No entiendo nada.

El hombre menudo del móvil se me acerca.

-Hola, soy Pete Sherman, jefe de prensa de Madonna. Acabo de hablar con ella y lamenta mucho lo sucedido. Rocco es un niño muy inquieto. La reina me ha dicho que cualquier cosa que podamos hacer para que olvides el incidente, la haremos.

¡Atiza! Resulta que el niño rubio cabezorrón es Rocco, el hijo que Madonna tiene con el director de cine británico Guy Ritchie.

-Sólo quiero conocer personalmente a Madonna.

¡Ah!, y que me paguéis el café y me deis el tique.

-¿Qué pasa? ¿Qué eres autónomo?, me pregunta Pete Sherman.

12.05. Nos dirigimos al hotel St. Regis donde Madonna y su marido tienen alquiladas dos plantas.

En el trayecto Rocco me ha hecho el fuck you media docena de veces. Es un chiquillo perfectamente estrangulable.

12.45. Hemos entrado al hotel por la puerta de atrás

y nos dirigimos a la suite Colisseum, en la última planta. Por los pasillos el dichoso crío nos ha intentado poner

la zancadilla a Pete Sherman y a mí, en varios momentos, pero nadie le dice nada, por supuesto.

Llegamos a la puerta. Un guardaespaldas nos da permiso para entrar y entramos: Pete Sherman, los guardaespaldas negros extraordinariamente voluminosos, el niño de la profecía y yo.

Madonna está sentada en un enorme sofá.

Me mira, me señala y pregunta si soy yo el damnificado. Pete asiente.

-Quiero pedirte disculpas en nombre de mi hijo Rocco

y en el mío propio.

Acto seguido Rocco, al que llama cookie, y ella misma

se ponen a dar saltos en el sofá. También hacen "el

baile de la seño", "la sentadilla cósmica" y "mira al pajarito".

Por mí suficiente.

Salgo de la suite e inmediatamente llamo a mi amigo Óscar que es superfan de Madonna.

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