Impulso matemático

Más de 3.500 matemáticos, procedentes de 115 países, están reunidos en Madrid en el congreso que celebran cada cuatro años para practicar y extender su lenguaje común. El esfuerzo de la comunidad matemática española ha logrado que esta cita ya centenaria se celebre esta vez en nuestro país, y que por primera vez un español sea elegido miembro de la comisión ejecutiva de la Unión Matemática Internacional.

En este congreso de matemáticos, que no de matemáticas, los asistentes dedicarán las sesiones a preguntarse cómo transferir de la mejor manera los nuevos conocimientos al sector productivo, cómo educar mejor en una materia percibida como áspera, cómo aumentar la visibilidad pública de su especialidad y cómo evitar el derroche de talento que implica que muchos de los expertos no puedan, en muchos países del mundo, ejercer sus conocimientos como una profesión más.

Las matemáticas españolas sí existen. Hay 3.000 profesores de universidad con plaza fija y muchos más en los distintos niveles de la enseñanza. España es el país en el que este ámbito del conocimiento ha crecido más en los últimos 20 años. Al congreso de Madrid asisten 1.200 especialistas de nuestro país y son matemáticos varios de nuestros científicos más prestigiosos en el mundo. Sin embargo, a las matemáticas españolas les falta lo que los propios científicos llaman un impulso de calidad. Como en muchos otros países desarrollados, preocupa la falta de vocaciones derivada de lo poco atractiva que son las carreras docente o investigadora, y las pocas salidas que se vislumbran fuera de ellas.

Esta situación no se corresponde con la creciente influencia de las matemáticas en muchas áreas. El deficiente encaje de esta ciencia en el mundo productivo es un síntoma de mala transferencia de conocimientos, de escasa aplicación de saberes. Acciones ya emprendidas en el ámbito educativo y didáctico, así como otras para consolidar grupos de excelencia en investigación, permiten alumbrar una cierta esperanza de que se avanza por el buen camino, pero el impulso debe ser sostenido y suficiente. Tras el satisfactorio apoyo de las administraciones públicas a la organización del congreso de Madrid, los científicos esperan que este respaldo continúe en el futuro y sirva para poner las matemáticas españolas definitivamente en el mapa internacional.