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Tribuna
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Una autoridad fuerte y natural

Con sorpresa y con gran tristeza me entero de que se nos ha ido el gran hombre, profesional y amigo que fue Claudio Boada.

Hombre de cualidades excepcionales que, a su notable talento y competencia, unía una denodada tenacidad para llevar adelante cuantas tareas, y fueron muchas, llevó a cabo. Estaba dotado de una personalidad muy destacada y atractiva, que todos reconocían. Realmente poseía una autoridad fuerte y natural y era, en suma, un líder indiscutible.

Su trayectoria profesional es bien conocida y, para mí, es además inolvidable, ya que buena parte de ella tuve el honor y la satisfacción de compartirla, como su colaborador más estrecho y directo. Fue, al mismo tiempo, un estupendo administrador y un excelente emprendedor, que ponía su impronta y dejaba su huella indeleble en cuanto hacía.

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Claudio Boada, un gestor tradicional

Triunfó en todos sus desafíos empresariales tanto en el sector público como en el privado. Así fue en el INI como presidente inolvidable y, antes, en Pegaso o en SACA (donde yo le conocí) o en el INH (Instituto Nacional de Hidrocarburos), como presidente fundacional. Por otro lado y, si cabe más difícil todavía, cosechó éxitos memorables en el sector privado: Altos Hornos de Vizcaya, Ford de España y, finalmente, en el eje mismo del sistema financiero español tanto en el Banco de Madrid como, sobre todo, al frente del Banco Hispano Americano y de su grupo industrial y financiero. Siempre estuve a su lado, admirando, ayudando y aprendiendo. Por último pero no eso por menos importante, es como amigo donde alcanzaba la mayor finura y emotividad. Era un amigo inigualable e inolvidable. Contemplé en múltiples ocasiones con cuánta generosidad y eficacia se ocupaba de los problemas de sus amigos y de sus familiares.

Por otra parte, su carácter abierto y su experiencia y divertido sentido del humor hacían sumamente grata su compañía.

Parecía que por él no pasaba el tiempo. Pero, de repente, nos ha dejado. Quedará en nuestro recuerdo con grandísimo afecto siempre.

José María Amusátegui de la Cierva fue colaborador de Claudio Boada desde 1963 a 1990.

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