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Dos asociaciones de animales rescatan a 9 perros y 25 gatos abandonados en una casa

La dueña falleció hace un mes y medio y padecía una variación del síndrome de Diógenes

Daniel Verdú

Si cada vez que sale a la calle se ve preso de la irrefrenable necesidad de volver a casa con un perro abandonado que engrose su particular perrera, usted sufre síntomas de hoarding. Un trastorno obsesivo compulsivo que, entre otras cosas, conduce a la acumulación de animales en casa y que suele ir asociado al llamado síndrome de Diógenes (guardar de forma obsesiva objetos y desechos).

El hoarding no es una enfermedad común, pero la asociación ANAA ha realizado cinco intervenciones en 15 meses para rescatar a grupos de animales atrapados en casas de gente que padecía dicho desorden mental. El último, el pasado sábado, en Pozuelo del Rey, donde una maestra de escuela que sufría una enfermedad terminal convivía con nueve perros y 16 gatos. Ella falleció hace un mes y medio, pero los animales permanecieron en el hogar hasta el pasado sábado.

"Una vez más, el mal entendimiento de una buena obra se ha convertido en un infierno para los animales", denunció la presidenta de ANAA, Pilar del Cañizo. Los animales sobrevivieron a la dueña gracias a los cuidados diarios de la antigua asistenta que continuaba yendo al lugar dos veces al día. Les daba de comer y les prestaba los cuidados indispensables. Pero, tras el rescate, varios animales tenían enfermedades y trastornos como un tumor u obesidad fruto del abandono y del encierro.

Antes de la intervención de las asociaciones protectoras, Charo, una amiga de la dueña, recogió a dos gatos; y Rosana, hija de la fallecida, a tres perros.Los otros 20 animales no podían permanecer en la vivienda porque el propietario pretende arrendarla en septiembre a un nuevo inquilino y se los han quedado ANAA y GATA, una asociación protectora de gatos.

ANAA, con 142 perros y 96 felinos, se encuentra al límite de su capacidad en este momento. Tras el periodo de cuarentena rutinaria, todos pasarán al centro de adopción, donde esperarán que otra familia les de una oportunidad, si bien su avanzada edad convierte esa posibilidad en improbable.

Cuando el centro está al límite de su capacidad y ninguna familia los adopta, los animales son enviados a Alemania. "Ahí existe una conciencia cívica animal muy grande y se reparten por varios centros del país".

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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