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Reportaje:

Mascarillas en el andén

Las obras en tres estaciones de metro causan molestias a usuarios y obreros. La de Legazpi, de las más afectadas

Luis Doncel

Aquéllos que elijan el transporte público para llegar al Matadero, el centro cultural cercano a la plaza de Legazpi que el Ayuntamiento quiere convertir en el nuevo templo de la modernidad madrileña, se encontrarán una inquietante sorpresa. Los andenes se asemejan más al escenario de una película posnuclear que al de una estación de metro de una capital europea.

Comisiones Obreras denuncia que las obras en la estación, que mantienen inutilizada la línea 3 y el tramo de la 6 que une Legazpi con Méndez Álvaro, han generado unas condiciones laborales "lamentables" entre los que tienen que pasar ocho horas al día en las instalaciones. "Vigilantes con mascarilla, cables colgando que no se sabe de donde salen, polvo por todas partes...". El secretario de Acción Sindical de CC OO, Antonio Asensio, enumera con detenimiento los inconvenientes que ocasiona la remodelación de las estaciones de Legazpi, Sol y Moncloa.

Pero no sólo los trabajadores son los perjudicados. Los usuarios de metro en agosto se encuentran con un panorama en el que la mitad de las 12 líneas del suburbano tiene restricciones. Asensio dice que los trabajadores están "desbordados" por el número tan alto de cierres. Algunos tramos, como el que hay entre Legazpi y Méndez Álvaro, la parte de la línea 10 que une Cuatro Vientos con Colonia Jardín, o las seis paradas de la 1 entre Plaza de Castilla y Cuatro Caminos, reanudarán su servicio previsiblemente a finales de este mes. Los otros tres cierres -la línea 3 en su totalidad, las 10 estaciones de la línea 7 entre Avenida de América y Las Musas, y el tramo entre Colombia y Mar de Cristal de la 8- está previsto que terminen a lo largo del mes de septiembre. María Teresa, una empleada de metro jubilada que ahora ejerce únicamente como usuaria espera que se cumplan estas previsiones. "Es muy incómodo todo esto, pero a ver si el mes que viene tenemos unas instalaciones mejores", dice en Legazpi.

Tampoco los autobuses que suplen los vagones inutilizados se libran de las críticas. Según CC OO, este servicio presenta numerosas deficiencias. "En algunas estaciones, hay que andar 600 o 700 metros para llegar hasta la parada del bus y la frecuencia de algunos es bastante mejorable", indica Asensio. Fuentes de Metro aseguran que el diseño de los servicios especiales y de sus paradas correspondientes se hace atendiendo a las necesidades del tráfico y que en ocasiones no es posible satisfacer las comodidades.

Asensio protesta por las condiciones de los dos tipos de empleados que conviven en las estaciones en obras: los de Metro, y los operarios, en su mayoría de subcontratas, que se ocupan de la remodelación. Los primeros no sólo han de soportar el polvo, ruido y molestias de las obras, sino que también tienen que lidiar con los usuarios molestos por las incomodidades. "De los cuatro andenes, ahora mismo sólo funciona uno y la gente viene a quejarse aquí", protesta un taquillero. Asensio denuncia que en ocasiones los empleados han de soportar situaciones de violencia por parte de viajeros "cabreados".

El segundo grupo de trabajadores, los que llevan carretillas o sueldan piezas, están en peor situación. El representante sindical denuncia que en muchas ocasiones se están incumpliendo las normativas de riesgos laborales. Pone como ejemplo a los obreros que no llevan casco. En la empresa aseguran que cumplen "escrupulosamente" las normativas de riesgos laborales y que realizan inspecciones periódicas. "Ha fallado la planificación. Se ha hecho todo con demasiadas prisas y a lo loco", explica Asensio.

Una endeble valla separa a los pasajeros del metro de los operarios (uno de ellos sin casco) de las obras de reforma de  Legazpi.
Una endeble valla separa a los pasajeros del metro de los operarios (uno de ellos sin casco) de las obras de reforma de Legazpi.SANTI BURGOS

Carrera de obstáculos

El cartel que a la entrada de la estación de Legazpi anuncia "un metro mejor" se puede interpretar como un apunte humorístico. Dentro, el viajero desavisado tiene que sortear cubos que recogen el agua que gotea del techo, bajar escaleras mecánicas que no funcionan (temporalmente) y oír el estruendo de los martillazos mientras una neblina lo envuelve todo.

La cosa empeora en el andén. El fuerte olor a azufre inunda la vía. Hay tubos de neón sujetos con alambres, telas que hacen las veces de paredes y un panel con el mapa del metro en el suelo. "Terrible, esto es terrible", se queja Marcela, profesora de inglés que pasa cada mañana por la estación para llegar a su trabajo en la avenida de la Ilustración. "Con las obras tardo todos los días media hora más", dice.

Ya en la calle, quienes pretenden continuar con el círculo cortado que forma ahora la línea 6 han de subir al autobús gratuito que los llevará hasta Méndez Álvaro. Ahí, otra vez al metro. Eso sí, sin pagar si dicen que vienen de Legazpi. Los viajeros tardan más de un cuarto de hora en un recorrido que, cuando el suburbano funciona con normalidad, se hace en pocos minutos.

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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