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Agosto anula a España

La selección, agarrotada físicamente, refleja sus dudas en un partido intrascendente y dominado por el poderío de Islandia

Diego Torres

España pasó de Hannover a Reikiavik sin hacer escalas. Mes y medio más tarde, Luis sigue. Continúa con su trabajo y con su discurso. Siguen los mismos jugadores en los mismos sitios afrontando las mismas incógnitas históricas que asaltaron a este grupo y a sus ancestros futbolísticos. Lo único que cambió ayer fue el escenario, que, a veces, en el fútbol lo es todo. Del Mundial la selección desembocó en la tundra de Islandia para participar en un amistoso poco creíble. Un ejercicio difícil de digerir para el entrenador y para los jugadores, que tuvieron que trasladarse a miles de kilómetros para satisfacer un compromiso político de la Federación. Lo hicieron con el debido rigor profesional, lo que no evitó que el equipo se encontrase agarrotado físicamente y bajo el peso de ciertas dudas metafísicas. Las vacilaciones que no exhibió Francia el día que la eliminó del Mundial. A veces los partidos intrascendentes también desentrañan los fondos estructurales de los equipos. Ayer Islandia imitó la táctica de Francia en Hannover. Mientras tanto, España jugó como juega España. Lo hizo durante media hora, acreditó su presencia, y después bajó la persiana. Sufrió el peso del agotamiento físico. Son cosas que pasan en estas fechas. Agosto es un mal mes para las piernas de los futbolistas.

ISLANDIA 0 ESPAÑA 0

Islandia: Arason; Steinsson, Ingimarsson, Hreidarsson, I. Sigurdsson; Arnason (Bjornosson, m. 89), Gudjonsson (Skulason, m. 46), Vidarsson (Olafsson, m. 84), H. Sigurdsson (Jonsson, m. 78); Thorvaldsson (Gudmunsson, m. 86) y Helguson (Gunnarsson, m. 59).

España: Reina; Salgado, Sergio Ramos, Pablo, Pernía (Antonio López, m. 67); Luis García (Joaquín, m. 46), Cesc (Iniesta, m. 67), Albelda, Villa; Torres (Reyes, m. 46) y Raúl.

Arbitro: Ian Stokes (Irlanda). Amonestó a los islandeses Sigurdsson (m. 25), Skulason (m. 49) y Thorvaldsson (m. 54) y a los españoles Luis García (m. 33) y Salgado (m. 71).

Unos 15.000 espectadores en el estadio Laugardalsvoller de Reikiavik.

Se dice que a España le falta gol. Tal vez el gol sea sólo un síntoma de otras carencias
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En sus dos años en el cargo, Luis Aragonés ha dado pasos importantes. El primero es definir un estilo de juego con el apoyo mayoritario de los futbolistas. A partir de esta base se han establecido patrones de conducta que han conllevado una convivencia armoniosa en el seno y en el entorno de la selección. Nadie tiene dudas de que España debe jugar como juega. Prevalecen las líneas creativas y los destructores se remiten a nombres muy específicos. Contra Islandia Albelda fue el único centrocampista con vocación defensiva. A lo largo del partido, incluyendo los cambios del segundo tiempo, lo rodearon la clase de futbolistas que hacen de la selección un equipo reconocible: Cesc, Raúl, Luis García, Iniesta, Reyes o Joaquín. Ninguno es un portento físico y a ninguno le da por maltratar la pelota. Suelen elegir los desplazamientos rápidos que involucran a muchos participantes antes que las exhibiciones de destreza y potencia individual. Se sienten cómodos en la asociación y en eso actúan con una certidumbre instintiva hasta que avanzan hasta cierto punto próximo al área contraria. Sólo allí expresan su inseguridad. En los metros decisivos sobrevienen los accidentes, los malentendidos, las imprecisiones. Se suele decir que a España le falta gol. Tal vez el gol sea sólo un síntoma de otras carencias.

Las grandes selecciones se caracterizan por tener grandes medias puntas que resuelven problemas en la zona donde España se desinfla. Los finalistas del Mundial tuvieron a Totti y a Zidane, nada menos. Desde Valerón, España no ha dispuesto de un especialista en este puesto. No hay nadie que meta un último pase, ni contra Francia ni contra Islandia, nadie aparece para ganar un segundo de ventaja allí donde el tiempo hace la diferencia. Sólo Raúl logró dejar a un compañero solo ante el gol en el partido de ayer. Pero su función no es natural. Raúl es un goleador, no un media punta.

El 2 de septiembre la selección iniciará contra Liechtenstein su camino clasificatorio hacia la Eurocopa de 2008. Faltan dos semanas. Demasiado poco para encontrar solución a carencias que vienen de lejos. Todo hace pensar que la clasificación no será todo lo sencilla que debería a tenor de la jerarquía de los futbolistas presentes. El partido de ayer fue una prueba, aunque de valor muy relativo. Aburrió a los espectadores y se deslució desde la media hora. Los españoles dieron muestras de estancamiento aeróbico y los islandeses se aprovecharon de los espacios que les concedió el rival generosamente. En un sistema que exige grandes despliegues a todos, los jugadores de Luis Aragonés se encontraron inhabilitados por el cansancio. El partido se rompió. En ocasiones el juego fue brusco, trabado a cada minuto. Al punto que el árbitro empezó a mostrar amarillas como si hubiera alguna Copa de por medio. Pero no hubo nada, sólo sopor y viento fresco del Polo Norte.

El ingreso de Joaquín y Reyes agitó la coctelera sin producir grandes desequilibrios. Joaquín desbordó sin sentido claro y Reyes hizo lo que los islandeses: rematar desde fuera del área intentando sorprender al portero. Por ahí, España e Islandia se equipararon en un partido plomizo. Si no, que le pregunten a la estrella islandesa, Gudjonsen, que se quedó en Barcelona para preparar lo que realmente le interesaba: la Supercopa de España.

Raúl, durante el partido de ayer.
Raúl, durante el partido de ayer.EFE

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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