_
_
_
_
Crónica:Semana Grande
Crónica
Texto informativo con interpretación

Vísperas de nada

Jiuston, tenemos un problema. El Ayuntamiento está convencido de haber realizado no ya el mejor de los programas de fiesta posibles, sino el mejor. Punto. En cambio, la ciudadanía opina otra cosa. Según la encuesta realizada por un rotativo local, el 84% de los entrevistados declaró que no le gustaba el programa de la Semana Grande. Y, claro, algo falla para producirse semejante divorcio. Seguro que la encuesta no era todo lo científica que mandan los cánones, pero agarrarse a eso es querer vendarse demasiado los ojos. Todas las ciudades y pueblos en fiestas proyectan una imagen de sí mismos en la que se reconocen sus habitantes. Otra cosa es que luego participen en ellas o se larguen a Benidorm o a Marbella (si son de Benidorm). En cambio, Donosti en fiestas no proyecta ninguna imagen y desde el Ayuntamiento se quiere hacer creer que todo se arregla con el programa. Uno ha visto fiestas consistentes apenas en un concurso de mus o en una recogida de basura colectiva rematada por la comida en común, pero se notaba que había orgullo detrás y sentimiento de colectividad. Donde no llegaba el presupuesto, llegaba el entusiasmo.

Hasta el propio programa relega las fiestas al atardecer, como si se avergonzase de ellas

Aquí el entusiasmo parece correr detrás del presupuesto, pero sin ninguna esperanza de alcanzarle. Pero si hasta el propio programa relega las fiestas al atardecer, como si se avergonzase de ellas. Durante el día apenas hay algún evento para los chavales y encuentros deportivos que sólo interesan a los participantes. Al atardecer, como si fuésemos vampiros, somos invitados a ir detrás de alguna charanga desconectada de cuadrillas, peñas o similares. Los donostiarras sólo se reconocen en los fuegos, pero es mucho pedir a un evento que dura menos de media hora que se convierta en el motor y las señas de identidad de las fiestas, a menos que hubiera fuegos en el desayuno, tracas en el aperitivo, mascletás en la sobremesa y escupidores de fuego in the evening.

Los toros tienen su público y se celebran lo suficientemente lejos del cogollo como para que no atraigan ni a los antitaurinos, que este año se han superado a sí mismos con un cartel que representa a un ser humano a cuatro patas con banderillas en la espalda y vomitando sangre. Sí, repulsivo a más no poder. ¿Habrán querido decir que los toros son como los seres humanos o que hay seres humanos que se merecerían eso, por ejemplo los partidarios de los toros?

Uno de los escasísimos momenticos donostiarras -de hecho, no creo que haya ninguno más- es el canto del Festara, pero eso lo entona una sociedad privada, aunque lo haya cooptado la comisión de fiestas. En cuanto a la Salve -Salbea, reza el programa-, que antaño era el acto en que la ciudad se representaba mediante la procesión, se ha convertido en algo cerrado y casi oculto por verse circunscrito a la iglesia donde se desarrolla. Y en esas estamos, tan cada uno a su bola y tan desprovistos de cemento común que mejor sería que saliéramos embozados. ¿Acaso costaría mucho elevar a categoría de símbolo lo que constituye la realidad de las fiestas? Hasta han disminuido las ofertas que realizaban los restaurantes para celebrar la famosa cena de la víspera de la Virgen. Ahora se cena en casa, o sea en privado. Y gracias.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_