Aquel pequeño pueblo de pescadores
Nativos de la gran urbe se reúnen cada mes en la 'Taula del Bon Profit' y recuerdan viejas costumbres del lugar
El último viernes de cada mes Benidorm vuelve a ser un pequeño pueblo valenciano de pescadores. Desde hace 33 años los nacidos en el municipio celebran la Taula del Bon Profit, una cena o un ritual, según se mire, que reencuentra a los vecinos con su pasado. La identidad de esta población de la Marina Baixa, con una población flotante de unos 200.000 habitantes de todas las nacionalidades, receptora de la mitad de los turistas de la Comunidad Valenciana, se diluyó con el paso de los años. En el Benidorm de los cincuenta apenas vivían 3.000 personas, marineros y pescadores en su mayoría, que quisieron transformar aquel núcleo deprimido y mal comunicado en una gran industria turística. Conscientes de que el cambio les apartaba de su origen, un grupo de benidormenses decidió romper con el que parecía ser su destino. "A mediados de 1972, cuando Benidorm ya era una ciudad, estábamos a las puertas de la iglesia de San Jaime en un funeral un grupo de amigos. Y comentamos aquello de que ya sólo coincidíamos en los entierros. Fue así como nació la Taula del Bon Profit", explica Roc Fuster, uno de los fundadores de la reunión.
Los indígenas -fórmula con la que también algunos se definen-, una minoría ya en aquel Benidorm de los setenta, idearon una fórmula genuina y le dieron una naturaleza jurídica especial. No había junta directiva ni responsable de organizar las cenas. Era anárquico. Sin tiques, ni reservas previas, ni mesas presidenciales, ni restricciones para nadie. Todo se pagaría a escote. El lema que eligieron fue entre tots ho farem tot (entre todos lo haremos todo). Fuster lo compara, salvando las distancias, con el Tribunal de las Aguas de Valencia porque "no hay documentos, ni nadie lo convoca, pero no deja de celebrarse nunca". La Taula del Bon Profit nació como el lugar de encuentro para los hijos del pueblo, donde se podía hablar en valenciano y comer los platos típicos de la terreta. Además, para que no hubiera conflictos, se acordó no hablar de política ni de religión. Y desde el mes de junio de 1972 y hasta hoy nunca ha dejado de celebrarse, a pesar de las presiones políticas y de haber sido tachada de machista y sectaria. Porque esta reunión es sólo para hombres. "Nació en un contexto diferente al actual, mientras las mujeres estaban dentro de la iglesia asistiendo al funeral y los hombres esperábamos fuera a dar el pésame", explica Fuster. Con el paso del tiempo, sin embargo, se ha abierto a las mujeres en algunos meses determinados y también se ha comarcalizado. En las fiestas de La Vila Joiosa, Altea o L'Alfàs del Pi se traslada a estos municipios vecinos, solicitada por amigos.
Entre las peculiaridades de esta cita se encuentra la figura del cap de taula, una persona relevante de la población, y el avisador, encargado de convocar. No son cargos, sino honores. El tercer cargo es el del xarraire, un invitado ilustre: historiadores, lingüistas, magistrados, artistas... gente con la que aprender. Han sido xarraires Manuel Sanchis Guarner, Pere Maria Orts, Manuel Vicent, Raimon, Miguel Barceló, Eliseu Climent, Francesc de Paula Burguera, Andreu Alfaro, Ramon Lapiedra o Rafael Alemany.
En la gran ciudad turística que hoy es Benidorm conviven muchas realidades, entre las que se encuentra todavía escondido el pueblo originario, los fills del poble, que suelen apellidarse Pérez, Zaragoza, Llinares, Llorca o Lloret, y mantienen vivas las tradiciones propias de los municipios del Mediterráneo. Sin llegar al extremo del RH, estos benidormenses se sienten diferentes y orgullosos del proyecto turístico por el que hoy les reconocen en todo el mundo. En la Taula del Bon Profit, sin embargo, se llaman por el apodo, como en el más rural de los pueblos valencianos.
Este mes se celebra la 406 Taula en el marco de la Isla de Benidorm, el lugar más emblemático y tranquilo de la ciudad. Tan alejado del núcleo urbano como los asistentes al ritual de la realidad actual de la ciudad.
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