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TEATRO

'Viriato rey' clausura el Festival de Mérida

Pese a ser uno de los héroes de la resistencia contra Roma de la que fuera Hispania romana, Viriato nunca había subido al escenario del Teatro Romano de Mérida. Su historia de resistencia, coraje y traición ha servido para clausurar el 52º Festival de Teatro Clásico. El próximo martes será la última representación de Viriato rey, obra de João Osorio de Castro, que ha contado con la dirección y dramaturgia de João Mota y la escenografía de Castanheira que incide sobre las ruinas del teatro. Tres popes del teatro portugués contemporáneo que han trabajado en esta producción del festival con equipo y actores portugueses y españoles, como José Vicente Moirón, que encarna al pastor luso.

Entre los más de 2.000 espectadores hubo muchos llegados del país vecino -entre ellos el ex presidente de la República Mario Soares- que acudieron a ver a sus vacas sagradas escénicas en el difícil escenario del Teatro Romano.

Acústica

Con este montaje ha quedado demostrado lo que no necesita demostración: que el escenario emeritense no necesita de amplificación sonora para que los buenos actores se hagan oír. Ni uno de ellos, y había más de 40, se dejó de escuchar, sin recurrir al grito estentóreo para ello. Ni siquiera lo utilizaron las mujeres de un extraño coro ataviadas como si se tratara de un montaje operístico, matiz que también marcó una pequeña orquesta desde un curioso foso.

Castanheira, conocido en nuestro país por sus rotundas y alabadas escenografías, ha optado por un espacio poco intervencionista. Se limita a ahondar en la ruinas de este teatro, dejando que estatuas y otros fragmentos de columnas, que habitualmente se pueden ver en pie formando parte del espacio, volvieran al sitio original donde fueron encontradas a principios del siglo pasado: por el suelo y de manera anárquica. "Era una manera de incidir en la metáfora de la escenografía, mostrar una civilización en ruinas", dijo el escenógrafo quien señaló que Mota quería establecer un diálogo con el monumento y dejar espacio libre para el movimiento del coro y los actores.

"Hemos dado lo mejor que teníamos", señaló Moirón al finalizar el estreno. Pero el público, que acogió muy bien el montaje y el esfuerzo del director y actores, también fue crítico a la hora de comentar que se trataba de un texto que se había quedado viejo. En cualquier caso el montaje estuvo salpicado de hallazgos, como el trabajo de actores como Ana Lucía Palminha o Roberto Quintana, o la dirección que luchó enconadamente por darle ritmo y vida a un texto excesivamente difícil.

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